La salvación nos libra de la condenación eterna, pero seguimos luchando con el pecado. El diablo trata de engañarnos, el mundo busca atraparnos y nuestra naturaleza carnal anhela ser satisfecha. Felizmente, no estamos indefensos: Dios nos ha dado su Espíritu y su Palabra para guiarnos.
Aunque nuestra victoria contra el pecado no será completa en esta vida, podemos enfrentarlo al conocer y asemejarnos más a Cristo. Por ello, debemos estar conscientes de cuatro maneras en las que nos rebelamos contra Dios.
- DEJANDO DE OBEDECER SUS MANDATOS. Nuestra rebelión puede ser obvia, como robar o mentir. O secreta, como albergar un espíritu de amargura y resentimiento.
- BUSCANDO LO QUE DIOS PROHÍBE. Él ha declarado que ciertas acciones están prohibidas porque lo deshonran y tienen consecuencias devastadoras en nuestras vidas.
- HACIENDO LO QUE EL SEÑOR DICE, PERO DE UNA MANERA INCORRECTA. Dios evalúa no solo nuestras acciones, sino también nuestros motivos y actitudes.
- INSISTIENDO EN NUESTROS PROPIOS PLANES. Puesto que Jesucristo es nuestro Señor y Maestro, debemos someternos a su voluntad y esperar pacientemente su guía.
Por eso, en vez de justificar, excusar o ignorar nuestra rebeldía, reconozcámosla y arrepintámonos de nuestro pecado.
Biblia en un año: Hebreos 1-3