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Dolomitas, Italia. Fotografía por Charles F. Stanley.
Meditación diaria

Las consecuencias de comprometer nuestra fe

Al luchar con la tentación, lo más sabio que podemos hacer es pedirle ayuda al Señor.

5 de julio de 2024

Tito 2.11-14

Atascado de nuevo. ¿Es esa una descripción adecuada de su vida? Para muchos creyentes, lo es. Incluso cuando saben por qué están estancados, algunos no pueden dejar atrás el pecado que les hace tropezar. Otros son ciegos al origen de sus problemas y sienten como si todo lo que hacen es dar vueltas en el mismo lugar.

Israel, la nación elegida por Dios, tuvo una historia de derrotas por ceder a la tentación en lugar de obedecer los mandamientos del Señor. Dios llama a sus hijos a vivir en obediencia, pero es fácil obsesionarse con las cosas que queremos, y luego reinterpretar los mandamientos de Dios de una manera que nos convenga. Además, el mundo clama para que encajemos en su molde, pero muestra poca o ninguna inclinación a seguir la voluntad de Dios. Y Satanás puede encontrar un punto de apoyo en nuestra vida cada vez que desobedecemos o pasamos por alto las leyes de Dios.

Nos engañaríamos si pensáramos que podemos transigir con el pecado y seguir viviendo centrados en Cristo. El Señor nos ordena rechazar la impiedad (Tito 2.11, 12), y es sabio escucharlo. Felizmente, tenemos el poder del Espíritu Santo para ayudarnos. Un buen punto de partida es concordar con Dios cuando una actitud o acción suya no le complace. Luego, decida enfocar su mente en la obediencia, sin importar el costo.

Biblia en un año: SALMOS 132-138

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