Al pasar por tiempos difíciles es reconfortante saber que nada puede ocurrirnos a menos que el Señor lo permita. Él tiene control absoluto incluso en nuestras circunstancias más difíciles y dolorosas. A través de todo esto, estamos siendo sostenidos firmemente por la mano amorosa de nuestro Padre, y su buen propósito se está llevando a cabo en nuestra vida.
Podemos desear con desesperación que nuestras circunstancias cambien. Pero para que Dios logre sus propósitos, tiene que permitirnos pasar por pruebas que estén diseñadas para hacernos más como Cristo. Cosecharemos los beneficios espirituales si, en vez de tratar de escapar de la situación, dejamos que el Señor complete la obra.
El tiempo de Pablo en la cárcel resultó ser un beneficio para el evangelio. Como es lógico, el encarcelamiento debería haber obstaculizado su ministerio, pero tuvo el efecto contrario. Durante ese tiempo Pablo era custodiado por muchos soldados romanos, y cada nuevo cambio de guardia le daba la oportunidad de explicar el evangelio a otra “audiencia cautiva”.
No se nos promete una vida fácil, pero Dios usa nuestras pruebas para llevar a cabo su voluntad. Las experiencias difíciles nos son dadas para nuestro bien, para el beneficio de otros y para la gloria de Dios.
Biblia en un año: Juan 6-7