Si bien el término trinidad no aparece en las Sagradas Escrituras, lo usamos para describir a Dios, que consta de tres personas: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Todos son eternos, omniscientes, omnipotentes, omnipresentes e inmutables, pero cada uno tiene un papel único.
El Padre es nuestro Creador, que llamó buena a la creación. En sus manos descansa el control del universo y de cada aspecto de nuestra vida. El Padre supervisa todas las circunstancias para que todo pueda ser utilizado para nuestro bien.
El Hijo es nuestro Salvador. Cristo se hizo plenamente hombre sin dejar de ser plenamente Dios. Vino al mundo con el propósito específico de morir en la cruz y así salvarnos de las consecuencias de nuestro pecado. Hoy, el Señor está a la diestra del Padre e intercede por nosotros.
El Espíritu Santo es nuestro Ayudador, que vive en cada creyente, a partir del momento de la salvación. Del Espíritu recibimos sabiduría divina, dones espirituales y el poder para llevar a cabo la obra que el Padre nos llama a realizar.
Juntos, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo le aman a usted perfectamente y satisfacen todas sus necesidades. No importa en dónde se encuentre en su vida espiritual, puede acudir a nuestro Dios trino en busca de amor, protección, salvación y dirección.
Biblia en un año: Juan 12-13