Cuando el Señor Jesús se refirió a sus seguidores, los llamó “la sal de la Tierra” (Mt 5.13). En aquellos días, la sal era la única manera de preservar los alimentos. Como cristianos, nosotros también tenemos un efecto de preservación en la Tierra, porque tenemos el único mensaje que puede hacer libre a las personas de la corrupción del pecado y darles vida eterna.
Esto significa que debemos ser una influencia positiva en las vidas de las personas que nos rodean. Así como la sal mejora el sabor de la comida, un carácter cristocéntrico y un estilo de vida que le agrade a Dios pueden ser un ejemplo que atraiga a otros al Salvador. Ellos notarán nuestro gozo y satisfacción, y tal vez deseen tener esas cualidades, que están disponibles solo mediante una relación con Jesucristo.
La sal también tiene propiedades curativas únicas, al igual que el evangelio. Si nos tomamos un momento para escuchar las penas de las personas, tendremos la oportunidad de ofrecer la verdad que trae sanidad espiritual a quienes están atrapadas en la oscuridad y la desesperación del pecado.
Pero recuerde que el Señor Jesús también nos advirtió que no perdamos nuestra salinidad. Si toleramos el pecado en nuestra vida, seremos como el mundo. Para ser una influencia positiva para Cristo, debemos cuidarnos de no ser víctimas de la tentación.
Biblia en un año: Hechos 14-15