La oración tiene muchos beneficios. Por un lado, Dios se complace en dar, así que Él quiere que sus hijos hablemos con Él y le pidamos lo que está en nuestros corazones. También desea tener comunión con nosotros, lo cual sucede cuando pasamos tiempo a solas con Él. Y, por supuesto, el estar en comunión con Dios es una manera en la que descubrimos sabiduría para vivir, y encontramos “plenitud de gozo” en su presencia (Sal 16.11).
El privilegio de la oración les pertenece a todos los que tienen una relación con el Padre por medio de la fe en su Hijo (Jn 1.12). Dios también se ha comprometido a responder al pecador que pide perdón y recibe a Cristo como Señor y Salvador (Ro 10.9).
En el pasaje de hoy, el Señor usa tres verbos para describir la oración: pedir, buscar y llamar. Observe la progresión en intensidad desde una petición hasta una búsqueda y luego a la acción. La oración es más que darle a Dios una lista de deseos. Implica buscar su voluntad. Significa “tocar puertas” al explorar diferentes soluciones y pedir consejo piadoso. El Señor nos aseguró que recibiremos, encontraremos y Dios abrirá la puerta.
Orar es fácil, pero a veces nos resulta difícil. Pídale al Señor que le enseñe más sobre lo que sucede cuando habla con Él. ¡Ponga en práctica lo que aprenda y espere las respuestas!
BIBLIA EN UN AÑO: GÉNESIS 39-41