En tiempos de pruebas e incertidumbre, la preocupación puede apoderarse de nuestro corazón. Pero el pasaje de hoy es un faro de esperanza: “Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores” (Sal 34.4). Cuando nos sentimos vulnerables y llenos de dudas, Dios está dispuesto a ser la luz que nos guíe, conduciéndonos de en medio de la oscuridad del miedo hacia la luz de su amor.
Como un faro cuya luz ilumina la noche, la presencia de Dios ofrece seguridad en nuestra vida. Cuando lo buscamos sinceramente, desahogando nuestros temores y preocupaciones, responde con el amor que trasciende nuestra comprensión. En su compasión encontramos fuerzas para enfrentar nuestros miedos en un mar oscuro. La liberación de Dios no significa que nuestras circunstancias vayan a cambiar. En lugar de eso, ofrece una paz interior transformadora que tranquiliza nuestra mente y nuestro corazón. Nos capacita para atravesar los retos de la vida con la certeza de que nuestra fe en Él es más fuerte que nuestro miedo.
Consolémonos sabiendo que, incluso cuando sintamos temor, Dios está siempre presente, guiándonos con su luz divina. En los momentos más oscuros, su amor brilla, iluminando el camino que tenemos por delante. Cuando lo buscamos, Él se convierte en nuestra roca, nuestro refugio y nuestra fuente de fortaleza.
Biblia en un año: LEVÍTICO 24-25