¿A veces Dios parece estar lejos? Si es así, podríamos preguntarnos cuán involucrado está en nuestra vida. En esos momentos, debemos confiar en la verdad de la Biblia, y los Evangelios son un buen punto de partida.
La vida de Cristo da testimonio de su deseo de relacionarse con nosotros. Él constantemente invitaba a extraños a acercarse a Él. Alentaba a sus seguidores. Les enseñaba las verdades que había recibido de su Padre (Jn 7.16) y les hacía responsables de sus acciones. E invitó a ciertas personas a acompañarlo en momentos muy personales, como la transfiguración y su último retiro de oración en el huerto de Getsemaní (Mr 9.2; Mt 26.36, 37).
La decisión del Salvador de morir en nuestro lugar, hizo posible que pudiéramos unirnos a la familia de Dios. El Espíritu Santo, el compañero y guía que habita en la vida de cada creyente, también da testimonio de la cercanía de Dios y de su conocimiento detallado de quienes son suyos.
Sí, Dios ha hecho posible que nos relacionemos con Él. Pero con frecuencia, nos cohibimos. Distraídos por las preocupaciones terrenales, le ponemos límites y le damos mayor prioridad a nuestros familiares y amigos. Comprometámonos a poner al Señor en primer lugar y a buscarlo con todo nuestro corazón (Mr 12.30).
BIBLIA EN UN AÑO: HEBREOS 12-13