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Cuello de cisne del Río Colorado, parque nacional Canyonlands, Utah. Fotografía por Charles F. Stanley.
Meditación diaria

La guía de Dios para una vida fructífera

Un hábito sostenido del estudio de la Biblia transforma la mente y la vida del creyente.

23 de enero de 2025

Proverbios 3.1-4

El Señor les dijo a sus discípulos: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto” (Jn 15.5). A medida que llevamos a cabo los planes del Señor Jesucristo a través del poder del Espíritu Santo, dos cosas se harán cada vez más evidentes:

1. Atesoraremos la Palabra de Dios en nuestro corazón. Al estudiar la Biblia, aprendemos muchas cosas importantes sobre el Señor, incluyendo su naturaleza, plan y promesas. El estudio regular desarrolla nuestra capacidad de pensar bíblicamente y profundiza nuestra relación con Él. Una de las indicaciones de que atesoramos su Palabra es un cambio en el comportamiento; nuestras decisiones serán guiadas por sus principios, y nuestras acciones reflejarán el fruto del Espíritu (Ga 5.22, 23).

2. Nos adornaremos con bondad y verdad. Estas dos virtudes deben ser nuestras compañeras constantes. El Señor quiere que digamos siempre la verdad y que lo hagamos con amor y compasión. La bondad ayuda a proteger las relaciones y a prevenir discordia y división.

La vida cristiana es un viaje lleno de abundancia y desafíos (Jn 10.10; 1 P 4.12). Al mismo tiempo, debe caracterizarse por la fructificación que proviene de seguir a nuestro Guía y Compañero.

BIBLIA EN UN AÑO: ÉXODO 22-24

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