Cuando escucha a alguien hablar, ¿qué le da peso a las palabras de esa persona? La mayoría de las veces, medimos un mensaje en función de la experiencia de la persona y descartamos los pensamientos e ideas que no parecen genuinos. Entonces, cuando llegamos a la exposición de Pablo sobre la suficiencia de Dios, preguntamos: “¿Es esto algo de lo que realmente él puede hablar?”. Y podemos leer la Palabra y ver en la vida del apóstol que la respuesta es un rotundo sí.
El testimonio de Pablo contiene relatos de las dificultades que enfrentó (2 Co 11.22-28). Fue encarcelado, golpeado, amenazado, apedreado, y sufrió naufragios y robos. Además de todo esto, tenía un “aguijón” persistente e implacable (2 Co 12.7, 8).
Usted pensaría que Dios mantendría a sus siervos en perfectas condiciones y salud. Sin embargo, cuando el apóstol oró pidiendo alivio, la respuesta de Dios no fue la que esperaba: “Bástate mi gracia” (2 Co 12.9). El Señor enseñó a Pablo la lección de que en las manos de Dios, nuestra debilidad permite que su poder se haga aún más evidente. A través del poder de Dios, y solo su poder, podemos hacer cosas asombrosas.
Quizás usted esté luchando con su propio “aguijón”. Pregúntele a Dios qué quiere lograr a través de su debilidad.
Biblia en un año: HECHOS 3-4