El mensaje de la cruz les parece una locura a los incrédulos porque “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios” (1 Co 2.14). Solo cuando nuestra mente es renovada por el Espíritu Santo, podemos comenzar a comprender la sabiduría y el poder del sacrificio expiatorio de Cristo.
Las personas con una mentalidad mundana suelen pensar que tienen una firme comprensión en cuanto a la sabiduría, pero no pueden entender lo que lleva a los perdidos a una relación salvadora con el Padre celestial. Para ellos, todo es una pérdida de tiempo.
Además, hay muchas religiones que consideran que las buenas obras son el medio de salvación. En realidad, ninguna abundancia de bondad o generosidad puede superar la deuda de nuestro pecado o reconciliarnos con el Dios santo. Es por eso que Cristo, hizo lo único que podía salvar nuestras almas, ofreció su sangre como expiación sustitutiva por nosotros.
Incluso cuando nuestras ideas puedan parecer tener sentido, debemos recordar que Dios es mucho más sabio que nosotros. Él sabe lo que necesitamos aun antes de que le pidamos (Mt 6.32). Por tanto, agradezcamos que no haya dejado este asunto en nuestras manos, y démosle gracias por proveer lo que nunca podríamos ganar por nuestra cuenta: la salvación, el perdón de los pecados y la vida eterna en su presencia.
Biblia en un año: 1 Reyes 8-9