Dios estableció límites protectores para sus hijos porque conoce los peligros de la desobediencia. Su Palabra nos advierte que no cedamos a la tentación sino que obedezcamos a Cristo con una vida de sacrificio.
En comparación, el mundo dice que la satisfacción se encuentra en la riqueza, el estatus y los amigos. El objetivo de Satanás de alejarnos de Dios comenzó con su tentación a Adán y Eva. El Creador les había dado acceso a cada árbol en el huerto, excepto a uno. El primer hombre y la primera mujer traspasaron el límite establecido por Dios, al comer del fruto del árbol prohibido y se separaron de Él. Satanás usó la duda (“¿Conque Dios os ha dicho?”), el engaño (“No moriréis”) y el autoengaño (“Seréis como Dios”) para lograr su objetivo (Gn 3.1-5). Hizo que la rebelión contra Dios, que es la raíz de todo pecado, pareciera muy atractiva. Y los métodos del enemigo son los mismos hoy.
Felizmente, al sumergirnos en las Sagradas Escrituras, podemos aprender a resistir cuando somos tentados. Debemos enfocar nuestra atención en conocer a Dios, creer en sus promesas y obedecer sus mandamientos. Solo a través de nuestra relación con Jesucristo podremos soportar la tentación y obedecer a Dios (1 Co 10.13).
BIBLIA EN UN AÑO: DEUTERONOMIO 12-14