Todos pasaremos la eternidad en algún lugar. El destino está determinado por si aceptamos o rechazamos el perdón de Cristo. Pero la eternidad parece lejana, por lo que algunas personas sienten que pueden retrasar esta decisión. Piensan: Esperaré hasta estar más cerca de la muerte. Entonces le pediré a Jesús que me salve.
Los problemas con este razonamiento son evidentes. Primero, no hay ninguna garantía de que usted tendrá alguna advertencia antes de la muerte. Segundo, al pasar toda una vida rechazando el ofrecimiento de Cristo, corre el riesgo de desarrollar un corazón endurecido. Hebreos 3.13 dice: “Exhortaos los unos a los otros... para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”. Rechazar a Dios una y otra vez puede que le impida decirle sí a Dios al final de su vida. Debemos tener cuidado de no abusar de la gracia de Dios. Todas las personas que no están protegidas por la salvación en Cristo enfrentarán la realidad del juicio. (Véase He 10.26, 27).
Al posponer una decisión por Cristo, usted no solo pierde las bendiciones inmediatas de una relación personal con Dios en el presente; también se arriesga a una futura separación de Él por toda la eternidad. ¡No espere! Venga a Cristo hoy. Reconozca su pecado, pídale su perdón y confíe en Él como su Salvador.
BIBLIA EN UN AÑO: JUECES 16-17