En el Evangelio de Mateo, el Señor Jesús cuenta la historia de un hombre que encontró un tesoro escondido en un campo. Al parecer, nadie más sabía de su existencia, así que lo cubrió y vendió todo lo que tenía para asegurarse de comprar la nueva propiedad (Mt 13.44).
Como creyentes, hemos heredado un tesoro inmenso llamado la gracia de Dios. Durante años, su gran valor puede permanecer algo oculto a nuestra vista, pero al buscar su verdadera valoración, nos asombramos al descubrir lo ricos que somos. A esto se refería Juan cuando exclamó: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia” (Jn 1.16). Otra traducción de ese versículo lo expresa así: “De la abundancia que hay en él, todos hemos recibido bendición sobre bendición” (NBV).
Pablo describe estas bendiciones sucesivas en Colosenses 1: Podemos ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios “en toda sabiduría e inteligencia espiritual”… “agradándole en todo”, llevando fruto en “toda buena obra”, y creciendo en el “conocimiento de Dios”; fortalecidos con “todo poder”… para “toda paciencia y longanimidad” (Col 1.9-11). Sin duda, Dios es bondadoso y bendice a sus hijos en gran manera. Detengámonos para darle gracias por habernos dotado de “gracia sobre gracia”.
Biblia en un año: JEREMÍAS 22-24