Cuando las dificultades llegan, ¿rezonga, se queja y se resiste? ¿O reacciona de la manera que Dios desea —con una actitud de gozo, un corazón humilde y obediente, y un entendimiento de lo que Él quiere lograr en su vida?
A veces, las personas piensan erróneamente que después de ser salvos, Dios hará que sus vidas sean cómodas y libres de estrés, pero eso no es lo que dice la Biblia. Cristo dijo que tendríamos problemas en este mundo (Jn 16.33). Pedro nos dijo que no nos sorprendiéramos de las pruebas de fuego que vienen sobre nosotros para probarnos (1 P 4.12). Y el escritor de Hebreos nos dice que nuestro Padre celestial nos disciplina y nos alecciona como sus hijos amados para que podamos participar en la santidad de Él (He 12.4-11).
El mandamiento de Santiago de considerar las pruebas con “sumo gozo” (Stg 1.2) no tiene sentido a menos que las veamos como oportunidades para crecer espiritualmente. Las pruebas son diseñadas por el Señor para probar nuestra fe, humildad, obediencia y valores. Podemos desperdiciar nuestras dificultades al ser rebeldes, o ser bendecidos al confiar y depender de Dios.
El primer camino solo conduce al sufrimiento, pero la segunda opción nos garantiza madurez espiritual y recompensas eternas.
Biblia en un año: Hechos 1-2