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Norte de Islandia. Fotografía por Charles F. Stanley.
Meditación diaria

El propósito de la vida

Dios creó a cada persona con una sed que se satisface solo conociéndolo a Él.

6 de octubre de 2024

Juan 17.1-3

Los creyentes hacen muchas cosas buenas para Dios. A veces, sin embargo, el servicio puede parecer más importante que el Señor mismo. Oseas 6.6 aclara las prioridades de Dios: “Misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”. Él quiere nuestra atención más que cualquier ofrenda u obra.

Lamentablemente, hay quienes no van más allá de una buena obra ocasional o una lectura de la Biblia. Ignoran los impulsos del Espíritu Santo sobre pasar tiempo en oración. Adoran por un sentido del deber. ¿Le suena esto familiar? Si es así, recuerde que su relación con el Señor requiere tiempo y compromiso, pero es inmensamente gratificante.

Dios infundió en nosotros una sed que no será satisfecha sino por medio de Él (Jn 4.14). Pablo dejó clara esta pasión cuando escribió: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Fil 3.7, 8).

Fuimos creados para relacionarnos con Dios y glorificarlo. El servicio y las buenas obras son una extensión natural de eso, pero nuestra responsabilidad principal es pasar tiempo con Él.

Biblia en un año: MATEO 11-12

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