“Renuncio”. Por lo general, decimos esto cuando una relación, un trabajo o algo parecido se vuelve tan estresante que creemos que no podremos salir adelante. A veces, estas palabras incluso se dirigen a Dios cuando las exigencias parecen demasiado grandes, el costo demasiado alto o los obstáculos demasiado desalentadores.
Pero incluso en tiempos de desaliento, Dios nos da lo necesario para resistir. Contamos con el testimonio de los creyentes que nos han precedido, aquellos cuyas historias están registradas en la Biblia. Y, por supuesto, nuestro máximo ejemplo es Jesucristo. Él soportó la cruz no solo para salvarnos, sino también para animarnos a no cansarnos ni desanimarnos.
Los problemas abundan en este mundo plagado de pecados, pero Dios dice que somos bendecidos cuando perseveramos en las pruebas (Stg 1.12). Para lograrlo, debemos deshacernos del pecado y de los obstáculos que impiden nuestro progreso espiritual.
Cuando pensamos en rendirnos, nos estamos enfocando en nosotros en vez de hacerlo en nuestro Salvador, quien nos ha dado todo lo que necesitamos para perseverar. El deseo y el poder para seguir adelante provienen de Dios, no de nuestra voluntad y determinación. Los esfuerzos humanos pueden fallarnos, pero el Señor nunca nos dejará.
Biblia en un año: Jeremías 28-30