Hay personas que se esfuerzan por ganarse el favor de los jefes, padres, amigos, e incluso, de Dios. La verdad, sin embargo, es que la aprobación divina no se puede ganar. Solo hay una manera de lograrla, que Hebreos 11.6 indica claramente: “Sin fe es imposible agradar a Dios”. Al igual que los héroes de la fe elogiados en el pasaje de hoy, los cristianos no tenemos que afanarnos por obtener el favor del Señor. Esto se debe a que, en Cristo, se nos ha prodigado gracia divina (Ef 1.8).
No obstante, a veces tendemos a pasar por alto las muestras más fundamentales de la bondad del Señor para con nosotros: Él provee para nuestras necesidades, pone límites al sufrimiento, responde a las oraciones, nos alienta en nuestras pruebas y nos da su fortaleza en nuestra debilidad. De hecho, todo lo bueno que tenemos viene de su mano (Stg 1.17).
La bondad del Padre celestial está reservada para los que le temen y se refugian en Él (Sal 31.19). Pero, a pesar de que su favor no es algo que se pueda ganar, seguimos teniendo la responsabilidad de vivir como le agrada a Dios. Tal cual sucedió con los ejemplos de fe en Hebreos 11, la gracia de Dios debe motivarnos a ser rectos e irreprochables en nuestro caminar con Él.
Biblia en un año: Hebreos 10-11