A lo largo de la historia, Dios nos ha hablado de diversas maneras. Sus profetas y apóstoles fueron movidos por el Espíritu Santo para proclamar y escribir su mensaje (2 P 1.21), pero su máxima expresión vino por medio del nacimiento de su Hijo (Ga 4.3-5). A través del Espíritu Santo, el Señor aún se comunica con cada cristiano que escucha con un corazón abierto y receptivo.
¡Piense en la maravilla de tener a Dios hablándonos, no una deidad distante que da órdenes desde el cielo, sino como Alguien que realmente quiere conversar con nosotros! ¿Por qué elegiría el Señor de toda la creación venir al mundo, morir en una cruz y darnos el Espíritu Santo para hablarnos? Considere que Dios...
Le ama.
Desea una relación íntima con usted.
Anhela que confíe en Él y que su fe se fortalezca al ver el cumplimiento de sus palabras.
Quiere que usted experimente todo lo que ha planeado para su vida, y le guiará para que lo cumpla.
En el ajetreo de la temporada navideña, es fácil dar por sentado este inestimable privilegio de comunicación con el Señor. Tómese un tiempo esta semana, lejos de las distracciones, para que pueda escuchar a Dios.
BIBLIA EN UN AÑO: HEBREOS 1-3