Si usted alguna vez ha cargado algo muy pesado, tal vez recuerde la sensación de alivio cuando finalmente pudo dejarlo. Tal vez incluso pudo pasar la carga a una persona más fuerte y capaz. Por supuesto, no todas las cargas son físicas. De hecho, las cargas emocionales o espirituales suelen parecer más pesadas e imposibles que las tangibles. En el salmo de hoy, David estaba agobiado por muchos problemas y preocupaciones, y sin duda todos podemos identificarnos con su deseo de “volar hasta encontrar reposo” (Sal 55.6 NVI).
No importa cuáles sean nuestros desafíos, no debemos olvidar que cada circunstancia de la vida es tamizada amorosamente por los dedos de nuestro Padre celestial antes de llegar a sus hijos.
Desde la perspectiva del Señor, las cosas que parecen ser demasiado para nosotros son oportunidades para aprender a depender de Él. Dios no quiere que ninguno de nosotros lleve una carga solo. Por el contrario, nos dice que se la demos (Sal 55.22) y promete acompañarnos en los momentos difíciles, pase lo que pase. Entregarle nuestras preocupaciones a Dios significa dejarlas totalmente bajo su control y permitirle que sea nuestro “refugio para [librarnos] del viento borrascoso y de la tempestad” (Sal 55.8 NVI).
Biblia en un año: Eclesiastés 9-12