La palabra deleitarse significa “obtener gran placer, satisfacción y felicidad”. ¿No es ese el tipo de relación que usted quiere con el Señor, una en la que tanto usted como Él disfruten de la presencia del otro? Pues bien, Dios también quiere ese tipo de conexión, la cual cultivamos con nuestro compromiso, confianza y paciencia.
PRIMERO, EL CREYENTE DEBE ENCOMENDAR SUS CAMINOS A DIOS. Esto significa que lo invitamos a examinar nuestros anhelos y a alterar lo que no se ajuste a su propósito o plan para nuestra vida.
SEGUNDO, EL CREYENTE DEBE CONFIAR EN DIOS. ¿Quién es más digno de nuestra fe que el Padre celestial, que dio a Jesucristo para salvar a pecadores indignos? Aquel que sacrificó a su único Hijo por amor a nosotros, ciertamente proveerá todo lo que necesitemos (Ro 8.32).
TERCERO, EL CREYENTE DEBE DESCANSAR EN DIOS. Cuando nos inquietamos, no nos estamos comprometiendo con el Señor ni confiamos en Él. Esperar en Dios rara vez es fácil, pero solo Él sabe cuándo las circunstancias y el tiempo están alineados con su voluntad.
Disfrutar de nuestra relación con el Señor requiere esfuerzo, pero es un trabajo de amor, porque fuimos hechos para encontrar regocijo en la presencia de Dios. El placer más grande de todos es caminar de la mano de nuestro Padre celestial.
Biblia en un año: Nahúm 1-3