Una evidencia de un cristiano genuino es la devoción a Cristo. Tener una vida consagrada a Dios significa aferrarse y perseverar en Él. Por amor y gratitud, expresamos nuestra dedicación a Él mediante tres cosas: pasión por obedecer, espíritu de humildad y corazón de siervo.
1. OBEDIENCIA. Aunque David no vivía de una manera perfecta, su deseo era hacer lo que el Señor le ordenaba. Vemos en las palabras del Señor Jesucristo que la obediencia debe ser también nuestra prioridad: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn 14.15).
2. HUMILDAD. A pesar de haber sido ungido como rey cuando era un humilde pastor de ovejas, David nunca trató de tomar el trono mientras Saúl seguía en el poder. Por el contrario, esperó con humildad muchos años hasta que el Señor se lo concedió. Incluso como rey, permaneció humilde, al entender que cualquier grandeza que tuviera se debía a la gracia de Dios (2 S 7.18).
3. SERVICIO. Ya sea que David fuera un humilde pastor, un hombre que estuvo huyendo para salvar su vida, o un poderoso rey, los muchos salmos que escribió testifican que sirvió al Señor con todo su corazón.
La devoción no es pasiva sino activa. ¿Practica usted esas cosas que sustentan y demuestran su devoción?
Biblia en un año: Proverbios 29-31