Así como las personas se sienten atraídas por el calor del fuego en la chimenea, los no creyentes se sentirán atraídos por los cristianos apasionados por Cristo. El Señor quiere que sus seguidores sean una “ciudad asentada sobre un monte” y la “luz del mundo”, brillando intensamente en la oscuridad con su amor y su mensaje de redención (Mt 5.14, 15; Mt 28.19).
Sin embargo, como vimos ayer, es posible que nuestro “fuego” se enfríe, lo que afecta nuestro testimonio. Si esto le sucediera a usted, dé los pasos para reavivar la llama de su relación con Dios.
Primero, sea consciente de dónde se encuentra, recuerde su vida anterior: piense en cómo era su relación con el Señor. Después, reconozca que se ha alejado. Pídale a Dios que le hable, y lea su Palabra con expectación. Dedique tiempo cada día a la oración y exprese el deseo de conocer realmente al Señor. Pídale al Espíritu Santo que le ayude a volver a enfocar su atención.
El apóstol Pablo dio instrucciones a Timoteo sobre cómo agradar al Padre celestial. Luego añadió el recordatorio de “entregarse de lleno” a esas cosas. Nosotros también debemos saturar nuestras mentes con los preceptos de Dios. El Señor desea que su fe sea entusiasta. Él usará su fervor para atraer a otros hacia Él, y para bendecirle a usted en el proceso.
Biblia en un año: ISAÍAS 31-35