Para sacarle el máximo provecho a este devocional, lea los pasajes a los que se hacen referencia.
Es común escuchar a los cristianos decir: “No tienes que ser perfecto; Dios te ama tal como eres”. Si bien esa afirmación es cierta, no es la imagen completa.
Sí, el amor del Señor es incondicional; no podemos hacer nada para cambiarlo. Al mismo tiempo, su plan es hacernos cada vez más como Él. Se trata de una perfección que trasciende nuestra comprensión: una perfección que no se encuentra en nuestro buen desempeño, sino en nuestra disposición de entregar nuestra vida a Dios.
En Mateo 5.48 (NVI), Cristo dice: “Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto”. En vez de escuchar esas palabras como una mera expectativa, piense en ellas como una invitación. Él le está dando la bienvenida a la vida abundante, a la sanidad de su alma, a la recuperación de su verdadero yo. Es lo que conocemos como el proceso de santificación.
Ser santo no consiste en buscar ser impecable, sino más bien tratar de llegar a ser cada vez más como Cristo. Lo cual solo es posible aceptando su invitación cada día.
PIENSE EN ESTO
- Lea Mateo 5.6 y 2 Corintios 3.18. ¿Cómo le hacen sentir estos versículos sobre el mandato de Cristo de ser perfectos?
Biblia en un año: Josué 1-3