El sacrificio de Cristo en la cruz pagó todos nuestros pecados, pero los creyentes siguen siendo susceptibles a la tentación y la desobediencia. Por eso es importante que entendamos qué hacer cuando cedemos a nuestros deseos pecaminosos. Dios nos ha dado una manera de seguir creciendo en santidad. Para ello, debemos...
- VER EL PECADO COMO EL SEÑOR LO VE. Nuestro Dios es absolutamente puro. Para Él, todo pecado es una ofensa que viola su ley, entristece al Espíritu Santo y menosprecia el sacrificio de Cristo.
- RECONOCER QUE HEMOS PECADO. Tratar de suavizar la naturaleza atroz del pecado llamándolo un error, una debilidad o un defecto es inaceptable. Debemos reconocer nuestra desobediencia en lugar de poner excusas o culpar a otros.
- CONFESAR NUESTRO PECADO. Estar de acuerdo con Dios en cuanto a nuestro mal proceder es un privilegio bendito. Una vez que lo confesamos, Él nos limpia de la culpa y nos da poder para alejarnos de ese pecado en arrepentimiento. De este modo, podemos comenzar a caminar de nuevo en santidad.
- Aunque Juan explicó cómo lidiar con el pecado, su propósito principal era motivarnos a alejarnos de él y caminar en obediencia a Dios. El pecado debe ser la excepción en nuestra vida, no la regla.
Biblia en un año: Ezequiel 23-25
