Desde una edad temprana, los niños observan a los adultos en su entorno. ¡Qué oportunidad para que los adultos influyan en la próxima generación! Y algunas buenas maneras de entrenar a los pequeños en la piedad son:
Invirtiendo tiempo en sus vidas. Ya sea leyendo, hablando o estando juntos al aire libre, podemos modelar la vida cristiana.
Escuchándolos atentamente. Para influir en los niños hacia la rectitud, debemos conocerlos verdaderamente y mostrar interés en las cosas que ellos consideran importantes.
Protegiéndolos con disciplina. Cuando se hace con amor, la disciplina les ayuda a entender la sabiduría que hay en los límites que Dios pone, y la importancia del autocontrol. (Véase He 12.6).
Admitiendo nuestros errores. La transparencia ayuda a los niños a acercarse a los padres. También les enseña humildad. Si parecemos perfectos, a nuestros hijos les resultará más difícil confesarnos sus errores.
Amándolos incondicionalmente. Debemos amar siempre a nuestros hijos, así como Cristo nos ama a nosotros.
Instruir a un niño en la fe a menudo implica la cooperación de muchas personas. Busque maneras de pasar tiempo con sus niños, escúchelos y demuéstreles el amor de Cristo (Mt 19.14).
BIBLIA EN UN AÑO: GÉNESIS 26-28