Con mucha frecuencia dejamos que nuestras circunstancias determinen nuestra actitud. Si la vida va bien, nos sentimos bien, pero cuando se pone difícil, nuestro ánimo decae. Como cristianos, no tenemos que vivir así. Al igual que el apóstol Pablo, podemos aprender a estar contentos a pesar de lo que Dios permita que enfrentemos en la vida.
Dios permite varios tipos de sufrimiento para ayudarnos a madurar en la fe y ser más como Cristo. (Véase Ro 5.3-5). En estas situaciones, el contentamiento es la capacidad de aceptar la vida tal como es. Dicha aceptación es posible solo si mantenemos una perspectiva bíblica y confiamos en el poder de Dios en medio de nuestra debilidad. Él está desarrollando su plan perfecto por medio de cada situación, incluso las que no nos gustan. (Por supuesto, cuando las dificultades se deben al abuso o al pecado de alguien más, los pastores o los consejeros cristianos pueden ayudarnos a discernir cómo protegernos).
La sumisión y la confianza son vitales para experimentar contentamiento. Mientras intentemos controlar la situación o salir de ella, nos estresamos y nos sentimos descontentos. Pero si estamos conscientes de que todo lo que Dios permite es para nuestro bien, descubrimos el contentamiento que solo Él puede dar.
Biblia en un año: Ezequiel 20-22