Siempre es sabio reexaminar nuestro corazón con respecto a la oración. Veamos los valores que el Señor modeló para nosotros en su práctica de apartar tiempo para estar con su Padre.
Aislamiento. Aunque el Señor estaba con frecuencia rodeado de personas, entendía su necesidad de aislamiento. Se retiraba de las multitudes, e incluso de sus discípulos, para hablar con Dios.
Tiempo protegido. Sin importar las circunstancias, el Señor se aseguraba de proteger su tiempo para descansar en el Espíritu, enfocarse en su relación con el Padre y fortalecerse física y emocionalmente.
Quietud. ¿Qué significa estar quieto? El Salmo 46.10 nos llama a la quietud con estas palabras: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”. Para tener esta paz interior, haga una pausa y deje que su alma sea consciente de la presencia del Espíritu Santo. En la lectura de hoy, David lo describió como el estado de un “niño destetado” que está en perfecto descanso y feliz solo por estar en los brazos de su madre.
Si hace de estas cosas una prioridad, cosechará enormes beneficios. Hacerlo puede parecer un reto. Pero cuando aquiete su corazón, descubrirá lo mucho que necesita la paz que ofrece la presencia del Señor. ¡Es un regalo que no tiene precio!
Biblia en un año: 1 CORINTIOS 7-10