Una relación estrecha con el Señor no ocurre por accidente. Requiere decisiones continuas y deliberadas para buscarlo. La cercanía con Dios no se logra solo al asistir a una conferencia especial o un retiro un fin de semana, ni leyendo un capítulo o dos de la Biblia y orando de manera indiferente. Buscar a Dios es un compromiso de por vida: día a día, año tras año.
Muchos creyentes se conforman con tener una relación superficial y poco profunda con el Señor. Se acercan a Dios para obtener alivio del sufrimiento o satisfacer otras necesidades, pero no están dispuestos a sentarse en silencio durante un período prolongado de tiempo solo para conocerlo al orar y al leer su Palabra. Sin embargo, la búsqueda más importante en la vida de un creyente es construir una relación con Dios. (Vea Sal 27.4). Renunciar a esta gran bendición es una tragedia.
Dios no necesita nada de usted, pero sí desea su devoción amorosa y su comunión íntima. Pregúntese: ¿Es esto lo que yo deseo? Si su respuesta es sí, ¿está dispuesto a asumir el compromiso necesario? Buscar al Señor no puede ser algo que haga con prisa o a lo que se acerque de manera casual (Sal 63.1). Aunque le tomará tiempo y esfuerzo, las recompensas bien merecen cualquier sacrificio.
Biblia en un año: JUAN 17-19