Cuando un ángel del Señor se les apareció a los pastores, les dio buenas nuevas para todo el pueblo: ¡El Salvador tan esperado había nacido! Luego, “de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios” (Lc 2.13 LBLA).
Las buenas nuevas que proclamaron ese día tenían que ver con algo más que solo el nacimiento de Cristo. Anticipaban su vida sin pecado, lo cual lo calificó para ser el cordero sacrificial de Dios. Miraban hacia su crucifixión y resurrección, que señalaron la aceptación del Padre del pago de Cristo por nuestros pecados. También abarcaban su futura ascensión al cielo (Mr 16.19). Y preveían el Pentecostés, cuando el Espíritu Santo habitaría en los creyentes (Joel 2.28; Hch 2.17), así como el momento en que Cristo regresaría como Rey. Los ángeles se regocijaron porque la salvación había llegado (2 Co 6.2).
Cristo habló acerca del gozo porque quería que experimentáramos la satisfacción que proviene de una relación con Él. Un contentamiento tan profundo no depende de las circunstancias externas; sino más bien, del fruto del Espíritu Santo en usted.
Los ángeles en el cielo se regocijaron al anunciar el nacimiento del Señor, y los pastores alabaron a Dios. ¿Está usted experimentando el gozo divino que fluye de una vida llena del Espíritu?
BIBLIA EN UN AÑO: 2 TIMOTEO 1-4