Ayer vimos el Salmo 46.10, que nos instruye a “estar quietos” durante los momentos difíciles. Entonces, ¿cómo lograrlo?
Primero, debemos entender que Dios permite los problemas. Si creemos que Él está en control, entonces también debemos creer que Él ha permitido que estos hechos ocurran. Segundo, hay un propósito detrás de nuestras pruebas, incluso cuando la vida parezca confusa y sin esperanza. El Señor no permitirá que nos sobrevengan dificultades sin una buena razón. Tercero, puesto que hay un propósito para nuestras dificultades, ellas tienen el potencial de ser vistas como algo positivo en el futuro. Esto no significa que todo saldrá a la perfección, según nuestros estándares, esperanzas y planes. Pero sí significa que si hacemos lo que Dios nos pide, recordaremos la experiencia como un catalizador para crecer en nuestro andar de fe.
En Romanos 8.28, Pablo dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Es posible que usted haya escuchado este versículo muchas veces. Pero, para soportar las tormentas de la vida, debe comprender la verdad que contiene. El Señor no ha desaparecido, y no le está ignorando. Él tiene un propósito en todo, incluso en las circunstancias más difíciles.
BIBLIA EN UN AÑO: JUECES 7-9