A nadie le gusta esperar, pero hacerlo suele ser la manera más sabia de actuar, tanto para las decisiones cotidianas como para las más importantes. Desarrollar un espíritu de paciencia es esencial cuando se trata de nuestro andar de fe (Ga 5.22).
Tanto en la Biblia como a lo largo de la historia de la Iglesia, tenemos ejemplos que pueden ayudarnos a cultivar un espíritu de perseverancia. En el pasaje de hoy, el apóstol Santiago anima a los creyentes con una metáfora agrícola que muchos de ellos habrían entendido bien: las lluvias tempranas y las tardías. En el Medio Oriente, el agua es escasa, por lo que los agricultores deben planificar su trabajo de acuerdo con esa realidad. Algunos siembran en octubre y noviembre, después de que las primeras lluvias han ablandado el suelo. Luego cosechan en abril y mayo, después de que las lluvias hayan llevado a los cultivos a su máxima calidad. Entretanto, lo único que pueden hacer los agricultores es esperar, confiando en que los cultivos darán su fruto. A veces, lo mismo sucede con nuestra vida.
Al instarnos a que nos mantengamos fuertes, Santiago nos recuerda a los profetas y a Job, quienes soportaron dificultades y al final fueron bendecidos por Dios. Vale la pena seguir sus ejemplos porque, como promete la Biblia, “a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos” (Ga 6.9 NVI).
Biblia en un año: Filipenses 1-4