La duda es destructiva. Nos llena de incertidumbre, nos vuelve indecisos y afecta nuestra capacidad para andar con Dios. Sabemos que la duda está en acción cuando se nos dificulta creer que:
Dios nos ama siempre. Su amor por nosotros no fluctúa con nuestro comportamiento. Podemos estar seguros de esto porque “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro 5.8). Esa es una gracia asombrosa: Dios nos ama, aunque nos rebelamos contra Él.
Dios tiene un plan para perdonarnos. Sabemos que el Padre celestial promete perdonarnos cuando confesamos nuestros pecados, pero a menudo tenemos problemas para creer que hemos sido perdonados. Por eso no debemos dejar que los sentimientos determinen si algo es cierto o no. La Palabra de Dios es verdadera, y dice: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Sal 103.12).
Dios nos ha llamado a servirle. Él a menudo nos invita a unirnos a su obra, pero la duda podría hacer que, como Moisés, pongamos excusas para no obedecer (Ex 4.10). Sin embargo, Dios promete dotarnos de lo necesario (Ef 2.10).
Lo contrario a la duda es la fe. ¿Cuál describe mejor su estado de ánimo?
BIBLIA EN UN AÑO: 2 REYES 16-17