Las relaciones pueden ser una de las áreas más vitales y gratificantes de nuestra vida. Sin embargo, a menudo nos encontramos en desacuerdo debido a nuestras diferencias. Sin embargo, no es necesario que estemos de acuerdo en todos los temas para disfrutar de relaciones significativas.
Aquí, el Dr. Stanley comparte la importancia de valorar las relaciones y el arte de estar en desacuerdo con amigos y seres queridos, sin ser desagradable.
Cuando asistía al seminario, varios amigos y yo a veces debatíamos las enseñanzas de la Biblia sobre los acontecimientos del fin de los tiempos. Cada uno de nosotros creía firmemente en su postura y citaba las Sagradas Escrituras como prueba para apoyar su punto de vista. Sin embargo, ninguno podía demostrar definitivamente que tenía razón.
Estas discusiones eran a veces bastante acaloradas, pero después de toda una noche de discutir sobre nuestras perspectivas, seguíamos siendo amigos. Nuestros desacuerdos no tenían nada que ver con la naturaleza de nuestra profunda amistad.
Las conversaciones sobre perspectivas diferentes pueden ser muy esclarecedoras, incluso energizantes, pero cuando hay desacuerdo es fácil ofenderse o reaccionar de manera egocéntrica, irascible o crítica.
Con mucha frecuencia defendemos nuestros puntos de vista en lugar de escuchar e intentar comprender el de la otra persona.
Si nos dejamos llevar por la ira o el resentimiento, corremos el riesgo de destruir una relación con tal de ganar una discusión. Cuando actuamos así, estamos dejando que nuestra carne nos controle en lugar de caminar en el Espíritu. Y la relación sufre.
El Señor nos da una naturaleza nueva y justa en el momento de la salvación, pero todavía vivimos en cuerpos humanos caídos. Siempre tendremos una batalla interna con la carne. Cuando observa la forma en que reacciona ante los demás, ¿qué es más evidente: el fruto del Espíritu o las obras de la carne? El contraste entre los dos se ve en Gálatas 5.19-23.
Las obras de la carne incluyen hostilidades, contiendas, celos, arrebatos de ira, ambición egoísta, disensiones y facciones. Mientras que “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, [y] templanza”.
Mucho se ha escrito y dicho acerca de cómo llevarse bien con las personas, pero hasta que no tratemos los asuntos en nuestros propios corazones, los problemas de raíz permanecerán.
¿Qué dice Dios que hace falta para vivir en paz unos con otros?
Romanos 14.19 nos dice que “sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación”. Pablo aclara cómo hacerlo en Efesios 4.1-3: “os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”.
En primer lugar, para desarrollar y mantener buenas relaciones se necesita un corazón puro.
El Señor Jesucristo dijo: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5.8). Esto describe su posición en Cristo, pero también es algo que usted puede buscar de una manera práctica tratando con el pecado rápidamente y viviendo cada día de una manera que honre al Señor. Sus relaciones no pueden ser buenas si está albergando pecado en su corazón y viviendo en rebeldía.
En segundo lugar, un espíritu de amor debe ser activo y evidente en su vida.
“Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 P 1.22). Esto es fácil cuando la gente es amable, pero el Señor Jesús le dice que ame también a los que le maltratan (Lc 6.27, 28). Eso solo es posible cuando el Espíritu Santo le permite mirar más allá de las acciones hirientes de esas personas para ver el dolor de sus corazones y lo mucho que necesitan de Cristo. Entonces el amor de Dios puede fluir a través de usted.
En tercer lugar, necesita paciencia.
Este es uno de los atributos de la fe mencionados en Colosenses 3.12: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”. Puede que los conflictos, desacuerdos y malentendidos que acompañan a las relaciones tensas no cambien, pero su actitud puede transformarse a medida que estas virtudes arraiguen en su vida.
En cuarto lugar, debe tener un espíritu perdonador.
“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef 4.32). La ira, la amargura, el resentimiento y el rencor destruyen las relaciones. El perdón nos libera de estos pecados para que ya no deseemos vengarnos.
Tal vez no pueda restaurar todas las relaciones tensas, pero “si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Ro 12.18).
Dios sabe que hay personas que se negarán a reconciliarse haga lo que haga. Pero si los perdona, tendrá la paz de Dios en su corazón.
Esperamos que las sabias palabras del Dr. Stanley le hayan ayudado hoy. Si está luchando por conectarse con otros, estamos aquí para usted. Tenemos una colección de recursos bíblicos para ayudarle a superar las dificultades y los desafíos de manera tal que sus relaciones sean saludables y gozosas. Háganos saber cómo podemos ayudarle. Hasta la próxima, que Dios le bendiga.
Que a Dios sea la gloria,
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