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Del corazón del pastor

Dios nunca se retrasa en liberarnos.

De vez en cuando, alguien me dice: “Le he oído predicar sobre la bondad de Dios, pero no puedo verla en mi vida. Después de ser salvo, todo empeoró, nada mejoró”.

¿Alguna vez se ha sentido así?

Tal vez haya orado pidiendo una buena solución para un problema, pero Dios no respondió. De hecho, la situación puede haberse vuelto más difícil de lo que era antes de que orase. O tal vez usted ha confiado y se ha aferrado a una promesa en las Sagradas Escrituras, pero pareciera que Dios no ha cumplido su palabra.

¿Le ayudaría saber que esta es una experiencia común para muchos creyentes? 

El problema no es Dios, sino nuestro entendimiento. Debemos tener cuidado de no confundir la bondad del Señor con nuestras expectativas. Cuando no entendemos lo que Él está haciendo, aún podemos confiar en quién es Él. 

Creo que la historia de Moisés le será útil cuando busque entender los caminos de Dios. Después de que Dios le hablara a Moisés desde una zarza ardiente, el reacio líder obedeció, fue a Egipto y le dijo a Faraón que dejara ir al pueblo de Dios. Pero el resultado no fue el esperado. 

El corazón de Faraón se endureció y aumentó la carga de trabajo de los hebreos, incrementando sus dificultades (Éxodo 5). La promesa de Dios de liberar a los israelitas era segura, pero sus medios para cumplirla no serían fáciles.

Es probable que todos hayamos experimentado algo similar. Obedecemos al Señor y, aun así, llegan a nuestra vida problemas y sufrimiento. Entonces pensamos que hemos hecho algo malo o acusamos a Dios de ser infiel en cumplir su palabra. Ninguna de las dos reacciones es la solución correcta. En lugar de ello, debemos mirar más allá de las circunstancias inmediatas.

Dese cuenta de que Dios trabaja con cada detalle en mente. 

Puede que Moisés se preguntara cómo era necesario el sufrimiento de los israelitas para que fueran liberados, pero sabía que el nombre del Señor era YO SOY, el que existe por la eternidad, en el pasado, el presente y el futuro (Ex 3.14).

Los planes de Dios iban mucho más allá de los israelitas esclavizados. Le dijo a Moisés: “Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos” (Ex 7.5). 

Pero ni siquiera esto era el fin del propósito de Dios. Su objetivo final era formar una nación judía por medio de la cual vendría Jesucristo, el Salvador y Redentor del mundo. 

El pueblo de Dios no podía prever todo lo que Él tenía en mente en ese momento, y nosotros tampoco podemos hacerlo hoy. 

Tenían que mirar más allá de las circunstancias inmediatas y confiar en que Dios prepararía cada detalle para su bien final. Nosotros también. Si confiamos en Él, incluso cuando no entendemos lo que está haciendo, Él fortalecerá nuestra fe.

Confíe en que Dios cumple sus promesas. 

Proverbios 3.5, 6 nos dice que no debemos confiar en nuestro propio entendimiento, sino que debemos confiar en el Señor con todo nuestro corazón. Esto es justo lo que Moisés necesitaba hacer. Él solo tenía las palabras que Dios le dijo como base de su confianza, pero nosotros tenemos la Palabra de Dios escrita y completa.

Todo lo demás que poseemos podría desaparecer, pero la Palabra de Dios permanece para siempre y nunca cambiará. Cada promesa está garantizada por Dios. Puede que no se cumplan como usted espera o cuando quiera, pero no fallarán.

Recuerde que Dios es el Soberano del universo, y todo está dentro de su poder.

“Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos” (Sal 103.19). Faraón era un rey orgulloso que dominaba a los hebreos, pero no era rival para el Señor. La demostración del poder de Dios sobre este gobernante terrenal se dio a conocer en todo el mundo. Incluso hoy, los judíos siguen celebrando la Pascua y su redención de la esclavitud en Egipto.

El Todopoderoso también tiene el control de nuestras vidas al cumplir su perfecta voluntad. 

Al igual que los hebreos, que no pudieron ver la redención de Dios hasta que se completó, nosotros no podemos percibir todo lo que Él está haciendo. Sin embargo, incluso en nuestras situaciones más dolorosas, Él está trabajando para nuestro bien (Ro 8.28).

Sepa que Dios nunca se retrasa en liberarle. 

Los israelitas pueden haberse preguntado por qué tuvieron que esperar 400 años para ser rescatados. Es probable que no se hayan dado cuenta de que Dios usó a Egipto para hacer crecer a su nación. Pasaron de 70 personas a una gran multitud durante esos años (Dt 10.22). 

Entonces, en el momento justo, el Señor actuó y demostró su extraordinario poder y amor al liberarlos de Egipto como su pueblo elegido.

Este es el mismo Dios Todopoderoso en el que confiamos para nuestra salvación.

Él nos ha dado su Palabra, y toda promesa es segura. Podemos orar durante mucho tiempo sin recibir una respuesta y pasar por circunstancias desafiantes y dolorosas, preguntándonos por qué Dios no nos rescata, pero Él nunca se retrasa según su plan perfecto. 

Mi oración es que estas verdades le ayuden a aferrarse con firmeza al Señor cuando pase por las tormentas de la vida. No se nos ha prometido vivir libres de problemas, pero estamos seguros por la eternidad en nuestro Salvador que nos ama y camina con nosotros en medio de cada prueba.

Con amor fraternal,

Charles F. Stanley

P.D. El Día de la Madre es un momento para celebrar a las mujeres que forman parte de nuestra vida, que nos han amado y cuidado. Criar a los hijos es uno de los trabajos más influyentes del mundo: enseñar a la nueva generación a conocer y amar a Dios. Gracias a todas las madres por servirle con fidelidad de esta manera.