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Del corazón del pastor

Como cristianos tenemos un solo Maestro, que es el Señor Jesucristo.

Charles F. Stanley

A lo largo de mis muchos años predicando la Palabra de Dios, la gente me ha dicho con frecuencia que no se habiían dado cuenta de que estaban batallando con alguín problema hasta que escucharon las preguntas que les hice durante una predicación. A veces, los patrones de pensamiento que nos están afectando no nos resultan fáciles de ver. Pero observar sus efectos, con el discernimiento del Espiíritu Santo, puede mostrarnos aspectos en los que estamos luchando.

Le invito a considerar hoy las siguientes preguntas: ¿Se siente abrumado por el estreís de querer alcanzar metas imposibles? ¿Se siente agobiado por la culpa de no estar a la altura de las expectativas de los demás? ¿Y queí hay de sus propias exigencias irrazonables? La respuesta afirmativa a estas preguntas podriía revelar un tipo de falsa creencia que nos lleva a sentirnos atrapados.

Ya sea que tratemos de satisfacer a nuestro cónyuge, padre, madre, hijo, hermano, amigo o jefe, ser una persona que intenta siempre complacer puede llevarnos a una vida de derrota e infelicidad. Acabaremos por no estar a la altura de las exigencias de los demás y sentiremos que somos una decepción. Para empeorar las cosas, a veces a quien tratamos de complacer es a nosotros mismos. Cuando no estamos a la altura de nuestras propias expectativas, nos reprendemos. En poco tiempo, caemos en un patrón de renovado compromiso para hacerlo mejor, seguido de un esfuerzo autodeterminado, que nos lleva al fracaso, a la auto-condena y a sentimientos de inutilidad. Esto no es lo que Dios quiere para nosotros.

Como cristianos solo tenemos un amo, que es el Señor Jesucristo. A Eíl es a quien debemos complacer, y no debemos hacerlo a regañadientes, sino por amor y gratitud por nuestra salvación (Col 1.10). Cuando permitimos que otros, incluso nosotros mismos, dicten el curso de nuestras vidas, estamos tratando de complacer a dos señores, y eso nunca funciona (Mt 6.24). De hecho, la doble moral nos lleva a la inestabilidad en todos nuestros caminos (Stg 1.8).

Si empezamos a tratar de complacer a la gente en lugar de a Dios, perderemos nuestra libertad. La estabilidad y la libertad solo vienen cuando depositamos nuestra identidad en Cristo y buscamos obedecerlo. Por eso, cuando la iglesia de Gálatas fue engañada por los judaizantes, Pablo les dijo: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no esteíis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Ga 5.1). Cualquier yugo que no sea el del Señor es pesado, pero el yugo de Cristo es fácil y da descanso a nuestras almas (cf. Mt 11.28-30).

¿Se siente derrotado y agobiado por la vida? Si es asií, puede que esteí llevando una carga que otra persona le impuso. O tal vez sean sus propias normas las que le agobian. Existe una sensación de libertad y descanso que viene con el caminar en la gracia de Dios. Cada diía debe elegir creer en Dios y en su Palabra, en lugar de confiar en usted mismo o vivir bajo el yugo de las expectativas de los demás.

En segundo lugar, si tratamos de complacer a la gente, nuestro andar de fe se verá obstaculizado. Pablo comparó la situación de los gálatas con una carrera, diciendo: “Vosotros corriíais bien; ¿quieín os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama” (Ga 5.7, 8). La palabra traducida como “estorbar” significa “cortar”. Esto ocurriía a menudo en los Juegos Oliímpicos griegos, cuando un corredor se metiía en el carril de su oponente y lo desviaba de su camino.

Y esto es lo que nos sucede cuando dejamos que otros nos dicten cómo debemos practicar nuestra fe. Ahora bien, no estoy diciendo que no debamos escuchar y aprender de otros creyentes. A menudo, otros cristianos son la mejor ayuda terrenal que tenemos para detectar nuestros errores y tener el valor de corregirlos. Pero si no nos guiían de acuerdo con la Palabra de Dios, nos desviían y nos sacan del camino de Dios. Los cristianos no pueden permitirse el lujo de no discernir cada consejo que recibe. Por eso es vital que sepamos lo que dice la Palabra de Dios. Entonces seremos capaces de reconocer si alguien dice la verdad o no.

En tercer lugar, querer siempre complacer a la gente es perjudicial para la Iglesia. Pablo lo advirtió: “Un poco de levadura leuda toda la masa” (Ga 5.9). Cuando los cristianos consideran que las reglas de la iglesia establecidas por el hombre son más importantes que la verdad biíblica, esto demuestra una actitud defectuosa que pronto infecta a otros. En poco tiempo, los creyentes comienzan a juzgar a los demás basándose en la adhesión a reglas humanas en lugar de a las normas de Dios. El respeto al liderazgo de la Iglesia es importante (He 13.17), pero debe combinarse con la ayuda del Espiíritu Santo para discernir si las normas están fundadas o no en la verdadera piedad.

Aquellos que son en verdad maduros espiritualmente, andan en el Espiíritu en el camino de la gracia de Dios. Su seguridad en Cristo les da la confianza para enfrentar cada diía con alegriía, sabiendo que Eíl los está transformando, guiando y protegiendo. Pero los que tratan de vivir seguín reglas humanas, normas autoimpuestas o seguín las expectativas de los demás, terminan sintieíndose agotados y derrotados.

¿Vive usted en la libertad de la gracia de Dios, o se pregunta queí piensan los demás de usted o si está a la altura de sus expectativas? Caminar en la gracia implica enfocarse en el Señor y en todo lo que Eíl ha prometido hacer en y a traveís de usted. Crea lo que Eíl dice en su Palabra y confiíe en que Eíl proveerá para sus necesidades y le guiará a traveís de la vida.

Con amor fraternal,

Charles F. Stanley

P.D. En Ministerios En Contacto queremos desear a todas las madres un muy Feliz Diía de las Madres. Entendemos la gran responsabilidad que Dios les ha dado al criar y formar a la próxima generación. Gracias por su fiel servicio a sus familias y al Señor.