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Del corazón del pastor

El camino hacia la fortaleza espiritual es la humilde dependencia de Dios.

Hemos llegado ya a la mitad del año, un buen momento para hacer una pausa y evaluar cómo van las cosas. ¿A qué retos se enfrenta este año y cómo los está superando? 

El Dr. Stanley nos recordaba a menudo las innumerables maneras que Dios nos ofrece para fortalecernos en la vida espiritual. Este mes, nos gustaría compartir algunos de sus pensamientos en cuanto a ese tema. 

Esperamos que le animen durante el resto del año y más allá.


¿Cómo sabe usted si es una persona fuerte? 

No me refiero a su cuerpo físico, sino a las cualidades internas de una vida espiritual vibrante. En Mateo 7.24-29, el Señor Jesús contó una historia que muestra de manera vívida la fuente de la fortaleza espiritual. El Señor dijo que los que escuchan y obedecen la Palabra de Dios están construyendo sus vidas sobre una base sólida como una roca, mientras que los que escuchan la Palabra y no la obedecen, tienen una base como la arena.

Puede que lo que hayamos construido en nuestras vidas no sea visible. Pero cuando llegan las

tormentas de la vida, nuestra reacción revela en qué y en quién confiamos. Si no es en Dios, nos desmoronaremos bajo la presión. Para ayudarle a evaluar si está construyendo bien su vida, me gustaría compartir con usted algunas características de una vida espiritual firme.

En primer lugar, su vida debe estar edificada sobre las enseñanzas y la aplicación de la Palabra de Dios. 

La Biblia se convierte en una posesión preciada cuando reconoce que es la voz del Señor que le habla de manera directa. Obedecer sus principios debe ser una constante en su vida, no una excepción. 

Cuando se alimenta siempre de la Palabra de Dios, el Espíritu Santo trae pasajes a su mente para ayudarle a saber cómo actuar en cada situación. Por eso el Señor Jesús dijo que el Espíritu “os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14.26). 

Es más, al leer la Biblia, usted es transformado por la renovación de su mente, para que compruebe cuál es la voluntad de Dios (cf. Ro 12.2). La Palabra le transforma para que piense de manera bíblica sobre sus circunstancias.Entonces podrá tomar buenas decisiones y actuar de forma correcta en medio de las pruebas.

En segundo lugar, pasar tiempo a solas en oración es una prioridad. 

La oración es su punto de conexión con Dios y un medio esencial para fortalecer su relación con Él. A través de la disciplina de la oración, aprendemos a comunicarnos con el Señor sobre cualquier cosa. Cuando sus discípulos necesitaban fuerzas para mantenerse firmes, el Señor Jesús les dijo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mt 26.41). Una vida sin oración es una vida sin poder.

En tercer lugar, las personas aptas en el Espíritu ven al Señor Jesús como la fuente de fortaleza en sus vidas. 

Sin cesar, estamos tentados a olvidar esta perspectiva y pensar que nuestra fuerza viene de nosotros mismos, el enfoque de “sálvese quien pueda”. Sin embargo, cuando el apóstol Pablo sufrió lo que él llamaba “un aguijón en la carne”, Cristo le dijo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co 12.7, 9). El camino hacia la fortaleza espiritual es la humilde dependencia de Dios.

En cuarto lugar, si su vida se caracteriza por la obediencia a la Palabra de Dios, podrá ver los problemas y las aflicciones como maneras de fortalecer su fe. 

Yo no cambiaría el dolor, la angustia, las pruebas y las desilusiones que he experimentado, porque Dios usó cada una de ellas para hacer crecer mi fe. En lugar de quejarnos y cuestionar el amor de Dios en tiempos difíciles, podemos tratar de entender su propósito y confiar en Él. La meta del Señor no es eliminar todas nuestras pruebas, sino usarlas para transformarnos en personas piadosas y equiparnos para cumplir su voluntad (Stg 1.2-4).

Por último, nuestra fortaleza espiritual aumenta, en gran medida, cuando participamos en una iglesia local que enseñe la Biblia con precisión. 

Los creyentes crecen en la iglesia al escuchar la Palabra, al amarse unos a otros, en la adoración colectiva, en el servicio desinteresado y en el compañerismo motivador. Por esa razón, si le es posible, debe buscar la conexión con otros creyentes en la iglesia. Nos necesitamos unos a otros.

Todos construimos nuestra vida sobre algo, ya sea sobre los firmes cimientos de Dios o sobre

las arenas inestables de este mundo. ¿Sobre qué ha construido su vida? No importa lo que haya hecho en el pasado, o la edad que tenga ahora, nunca es demasiado tarde para alejarse de la arena y empezar a construir sobre la roca. Este es el único proyecto de construcción que no terminará hasta el día en el que el Señor le llame a su presencia, uno más fuerte y mejor de lo que jamás podría haber logrado usted solo.


Esperamos que haya sido bendecido por los recordatorios del Dr. Stanley sobre las muchas maneras de fortalecerse mientras camina cada día con el Salvador. Unas cuantas páginas de la Palabra de Dios, leídas esta noche, no serán desperdiciadas. Unos momentos de oración mañana podrían fortalecerle más de lo que piensa. 

Y apoyarse en el Señor Jesucristo le llevará hasta la eternidad. Que Dios le bendiga.

Para la gloria de Dios,

 Sus amigos de Ministerios En Contacto


P.D Este mes celebramos el Día del Padre, un día en el que el Dr. Stanley a menudo hablaba de su amoroso Padre celestial, habiendo perdido a su padre terrenal a los nueve meses de edad. Él conocía la dificultad de superar un vacío como este en la vida, y el inmenso valor de los hombres que guían a otros en piedad, rectitud, gracia y sabiduría. En memoria del Dr. Stanley, les deseamos un feliz Día del Padre.