Estamos aquí para animarle a cumplir con su anhelo de amar y servir al Señor, dondequiera que le lleve.
La vocación del Dr. Stanley era sencilla: llevar el evangelio a tantas personas y lugares como Dios quisiera. Hoy, el llamado de nuestro recordado pastor sigue siendo el nuestro.
Por eso, este mes le hablaremos de cómo encontrar y seguir el plan de Dios para su vida, con consejos del Dr. Stanley en cuanto a cómo buscar y recibir la dirección de Dios.
Cuando mis hijos estaban creciendo, a menudo venían a mí con preguntas. Yo les decía: “Eso tienes que preguntárselo a Dios”. Y ellos respondían: “¡Oh, papá! No lo conocemos tan bien como tú. ¿No puedes decírnoslo?”.
La mayoría de nosotros preferiríamos no tener que esperar o luchar para entender la voluntad del Señor. Pero así es como crecemos en nuestra relación con Él. Dios está dispuesto a dirigirnos, y tenemos al Espíritu Santo para ayudarnos.
Entonces, ¿cómo hacemos para descubrir la guía de Dios?
En primer lugar, despeje el camino.
Debemos eliminar el pecado, porque este empaña nuestro pensamiento y divide nuestra mente. También debemos renunciar a las ideas preconcebidas sobre lo que debemos hacer. Aunque tengamos muchos deseos, Dios debe llevarnos a un lugar de escucha sumisa para que podamos discernir su camino. Escuchar sumisamente significa que podemos decir: “Señor, Tú sabes más”.
En segundo lugar, ejercite la paciencia.
Rechace el impulso de adelantarse a Dios. “Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová” (Sal 27.14). Cuanto más fuerte es el deseo, más difícil es esperar la clara dirección de Dios. Pero la paciencia siempre trae recompensas.
En tercer lugar, manténgase alerta a las presiones.
Una dirección clara no se consigue escuchando la opinión de todo el mundo. Tamice los consejos en la oración y en la Palabra. Si no percibe la dirección de Dios, no dé un paso adelante por presiones externas. El “debería”, el “tendría que” y él “es que” pueden meterle en muchos problemas.
En cuarto lugar, persista en la oración.
“Orad sin cesar” (1 Ts 5.17). Cuando comience a orar por algo, no lo deje. Dios sacará a la luz consecuencias o motivos que usted quizás desconozca. Estas revelaciones pueden evitarle cometer errores dolorosos.
Y recuerde, la meta de Dios no es darle todo lo que usted desea, sino hacerle más semejante a Cristo. A veces, incluso, nos deja orar hasta que nos refina y decimos: “Está bien, Señor, quiero lo que Tú quieres”.
Quinto, deje que las Sagradas Escrituras le transformen.
La Palabra de Dios filtra nuestros pensamiento cuando oramos. Por eso, el Espíritu Santo encenderá una alarma en su conciencia de que algo que está haciendo o pensando no es lo que Dios quiere. Él dice: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti pondré mis ojos” (Sal 32.8).
Sexto, espere la paz.
¿Hay armonía entre lo que Dios piensa y lo que yo pienso? Dios quiere que tengamos una mente tranquila y una sensación de contentamiento. Si el siguiente paso aún le parece incierto, o tiene dudas, espere.
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Fil 4.6).
A medida que siga estas pautas, empezará a experimentar claridad y sabiduría para avanzar en la vida. Habrá mayor armonía entre sus deseos y la voluntad de Dios. Comenzará a reconocer la voz de Dios y a sentir el gozo de caminar en el Espíritu.
Recordamos con cariño cómo el Dr. Stanley sometía en oración a Dios sus planes ministeriales y nos instaba a hacer lo mismo. Sabía lo que se sentía esperar, sintonizar con la dirección de Dios mientras avanzaba con fe. Nos enseñó bien, así que estamos para servirle.
Mientras busca el plan de Dios para su vida, estamos juntos en esto. Hasta la próxima, que Dios le bendiga.
Para la gloria de Dios,
Sus amigos de Ministerios En Contacto
P.D. Nuestra lista de oración está llena de planes, proyectos y personas importantes para nosotros, ¡y esto le incluye a usted! Descubra lo que tenemos en mente para el año que acaba de empezar, y ore para que sigamos haciendo discípulos. Le damos gracias a Dios por usted, hoy y siempre.