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Del corazón del pastor

El apóstol Pablo aprendió a confiar siempre en Dios, y usted también puede hacerlo.

Aquí en Atlanta, Georgia, nos estamos dando cuenta de que incluso en invierno, cuando los rosales están inactivos, siguen teniendo sus espinas. ¿No sucede lo mismo en la vida espiritual? Algunas pruebas persisten, aunque roguemos a Dios que les ponga fin. Pero su gracia nos hace salir adelante. Oramos para que el siguiente mensaje del Dr. Stanley le anime a soportar los problemas persistentes en su vida, tal como Pablo soportó su “aguijón”.


Como pastor, a menudo he ayudado a personas a atravesar momentos difíciles. Algunos respondieron acercándose más al Señor, creciendo en confianza y dependencia de Él. Pero también he visto a gente darse por vencida, diciendo: “Si esto es la vida cristiana, no quiero tener nada que ver con ella”. 

¿Cómo reacciona usted en los momentos difíciles? ¿Confía en que el Señor sabe lo que está haciendo y lo sacará adelante? ¿O comienza a dudar de que Él lo ama? Si la evidencia externa de que Él está trabajando a su favor no es visible, ¿sigue confiando en que lo está haciendo? 

A la mayoría de los cristianos que he conocido les gustaría confiar en Dios en cada situación, pero no siempre es fácil.

Cristo no nos prometió una vida sin problemas. De hecho, dijo lo contrario: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn 16.33).

Esta es nuestra realidad, pero si nos centramos en Cristo en lugar de en nuestros problemas, podremos soportar cualquier cosa gracias a su paz perfecta. ¿No es eso lo que queremos? 

El apóstol Pablo soportó sufrimientos inimaginables, pero nunca renunció al Señor. 

En un momento dado, estaba tan afligido por lo que él llamaba “un aguijón en mi carne” que rogó fervientemente a Dios tres veces que se lo quitara (2 Co 12.7-10). Sin embargo, la única respuesta que recibió fue: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (v. 9). 

¿Cómo se sentiría usted si después de orar por alivio, Dios le diera esa respuesta? 

Ninguna promesa sobre un cambio en las circunstancias, solo la gracia para atravesarlas. ¿Y si la situación se prolongara durante años? ¿Podría responder como Pablo, diciendo: “de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (v. 9)?

Los aguijones nos enseñan que la gracia de Dios es suficiente. 

Cuando somos más débiles y no controlamos la situación, debemos confiar en el Señor y en su fuerza. Y Él siempre viene a rescatarnos. A veces nos rescata de la situación, pero otras veces, la liberación viene a través de su gracia sobreabundante para atravesar la prueba mientras dure. 

La gracia de Dios es su provisión para nosotros en el momento de nuestra necesidad. No casi suficiente, sino todo suficiente, una provisión desbordante. No importa cuánto tiempo o cuán grande sea el problema o el sufrimiento, el Señor nos fortalecerá para que podamos superarlo. No con resignación derrotista, sino con seguridad plena. 

Los problemas son oportunidades para desarrollar contentamiento. 

Después de escuchar la razón de Dios para permitir que el “aguijón en [su] carne” permaneciera, Pablo respondió: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (v. 10). 

Probablemente se pregunte cómo podría estar contento con estas cosas. Bueno, esto no se logra con charlas de ánimo, solo por medio de la gracia de Dios obrando en la vida de usted. 

Pablo tuvo que aprender a contentarse (Fil 4.11). No tuvo nada que ver con circunstancias favorables, sino con su enfoque. Si nos fijamos en los problemas, se volverán insuperables a nuestros ojos. Pero cuando nuestras mentes están centradas en el Señor y en las verdades de su Palabra, somos capaces de aceptar cada circunstancia, pues sabemos que Él es soberano, su gracia es suficiente y Él camina con nosotros a través de los problemas. 

Las dificultades estimulan el crecimiento espiritual. 

¿Cuántas lecciones espirituales aprendió usted cuando la vida era fácil? Probablemente no muchas. Suele ser en los períodos más oscuros de la vida cuando más crecemos, porque todas las distracciones se desvanecen y el Señor es el único que puede ayudarnos. Después de atravesar el desierto con Él a nuestro lado, salimos con una comprensión más precisa del Señor y de sus caminos, y con una confianza más profunda en sus decisiones soberanas para nuestra vida. 

¿No es un gran estímulo saber que podemos atravesar experiencias dolorosas de una manera que transforme nuestra vida y glorifique a Dios? 

Usted tiene la promesa de la fuerza y gracia suficiente de Dios para manejar lo que sea que se atraviese en su camino. Así que confíe en Él, y permita que cada prueba sea una oportunidad para experimentar la paz de Jesucristo, desarrollar contentamiento y madurar espiritualmente.


Siempre nos sentimos bendecidos al recordar las enseñanzas del Dr. Stanley. Él no solo observó las pruebas de los demás, sino que experimentó muchas durante su largo ministerio. 

Es nuestra oración que usted pueda encontrar paciencia en sus dificultades y recordar que no está solo: “los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (1 P 5.9). Hasta la próxima, que Dios le bendiga.

Para la gloria de Dios,

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