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Del corazón del pastor

No solo es posible, sino vital, vivir conforme a las Sagradas Escrituras.

Cuando tenía 17 años, pasé una temporada visitando a mi abuelo. No estoy seguro de que él se diera cuenta de cuánto me impactó el tiempo que pasamos juntos. Observar su confianza en los principios bíblicos creó un punto de inflexión en mi vida porque me di cuenta de que no solo es posible, sino vital, vivir conforme a las Sagradas Escrituras.

Al comenzar este nuevo año me gustaría hablarle de algunas de las lecciones que he aprendido, tanto de mi abuelo como de mi propia experiencia al caminar con Cristo.

En caso de que se pregunte por qué es tan importante conocer y vivir según los principios bíblicos, permítame decirle lo que está en juego.

Si su mente no está cimentada en estas verdades, estará más influenciado por su entorno que por el Espíritu Santo. A veces se sentirá como una pelota de pingpong que rebota de una circunstancia a otra, sin reconocer lo que Dios está haciendo en su vida. Reaccionará a las presiones del momento y tomará decisiones basadas en emociones cambiantes.

El Señor no quiere que sus hijos vivan así.

Él sabe que necesitamos ayuda para reaccionar con sabiduria ante las situaciones difíciles, por lo que nos ha dado su Palabra llena de enseñanzas para guiarnos en medio de cada circunstancia de la vida. Me siento muy agradecido de que a lo largo de los años Él haya grabado sus verdades en mi corazón y en mi mente de forma paciente, pero persistente. 

El primer principio que quiero compartir es uno que me enseñó mi abuelo: obedezcamos a Dios y dejemos las consecuencias en sus manos.

Para obedecer a Dios, es necesario que usted sepa lo que Él quiere que usted haga. Eso significa que leer la Palabra de Dios y pasar tiempo en oración debe ser lo más importante para usted. Luego, debe confiar en que Él se encargará de todo lo que ocurra como resultado. Uno de los mayores obstáculos para obedecer a Dios es el miedo a los resultados. Queremos conocer los resultados sobre la marcha para poder decidir si queremos o no seguir

adelante; sin embargo, no es así como obra el Señor. 

Solo Dios conoce el futuro, y nos llama a confiar en Él y a caminar por fe, no por vista (2 Co 5.7).

Se necesita valor para obedecer cuando no se conoce el resultado, y eso es justo lo que Dios quiere formar en nuestras vidas. Nuestra responsabilidad es dar un paso en la fe y obediencia, sabiendo que el Señor nos tiene a nosotros y al futuro en su mano omnipotente. Él es responsable del resultado y lo usará para su propósito y gloria, incluso si no es en absoluto lo que deseábamos o esperábamos.

Ha habido momentos en mi vida en los que de verdad creía que hacía justo lo que el Señor quería que hiciera, y parecía que eso provocaba un desastre. Enfrenté un ataque espiritual tras otro, y las pruebas y dificultades se multiplicaron. Sin embargo, estas experiencias me llevaron a arrodillarme en completa dependencia de mi Padre celestial. Él siempre me había sido fiel en el pasado, y eso hizo que fuera más fácil volver a confiar en Él, pasara lo que pasara.

El siguiente principio que quiero compartir con usted es que Dios está en control absoluto de cada circunstancia en la vida.

Esto es fundamental para nuestro éxito, junto al primer principio. Si no confiamos en que el Señor es soberano sobre los resultados de nuestra obediencia, tenemos una buena razón para no hacer lo que Él dice. Pero Romanos 8.28 dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

Si usted pertenece a Cristo, nada puede sucederle fuera de la voluntad divina.

Si Dios permite penurias y dificultades es porque tiene un buen propósito para ello, aunque no siempre sepamos cuál sea. Queremos que todo funcione bien ahora mismo, pero las prioridades del Señor son eternas. Él promete que los sufrimientos momentáneos que experimentamos no son dignos de ser comparados con las glorias que nos esperan en el cielo (2 Co 4.17).

Vivimos bajo el dosel de la omnisciencia, la omnipresencia y la omnipotencia divinas. Si no creyéramos esto, tendríamos que concluir que somos víctimas a merced del mundo. Pero como el Señor es soberano sobre todas las circunstancias de nuestra vida, no somos víctimas. Él toma lo malo que nos ocurra, de manera que nos “perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 P 5.10).

El último principio que tengo para usted hoy es confiar en el Señor para cada necesidad.

Si queremos vivir satisfechos en cualquier circunstancia, debemos saber que Dios es digno de confianza (1 Ts 5.23, 24). Podemos descansar en la absoluta confianza de que si Dios hace una promesa, la cumplirá. Si no confiamos en Él, estaremos ansiosos, preocupados y temerosos, cuando Dios tiene todo el tiempo una profunda paz esperándonos.

Oro para que el Señor le ayude a aplicar estos principios a su mente y a su corazón y que viva en la plenitud que Dios quiere para cada uno de nosotros. A medida que dependa del Espíritu Santo, Él hará que las verdades bíblicas se conviertan en realidad para que pueda vivir de manera sabia, glorificando y honrando al Señor.

Con amor fraternal,

Charles F. Stanley

P.D. ¡Este mes comienza el 45º aniversario de Ministerios En Contacto! Me siento muy agradecido por todo lo que Dios me ha enseñado a lo largo de los años, y estamos emocionados de celebrar con usted todo lo que el Señor ha hecho posible. A Él sea la gloria por los pasados 45 años, y por los años por venir de Ministerios En Contacto.