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Del corazón del pastor

¿Se considera usted una persona libre?

Charles F. Stanley

Cuando comienza un nuevo año, nuestros pensamientos a menudo se centran en lo que nos gustaría hacer con nuestro nuevo comienzo. Por supuesto, eso es asumiendo que tenemos la libertad de elegir y hacer cambios. ¿Se considera usted una persona libre? Su respuesta depende de su comprensión de la libertad. Una definición podría ser la libertad de llevar una vida gratificante sin ser refrenado por las limitaciones o demandas malsanas de los demás. Pero existe una libertad aún más grande que está a nuestro alcance por medio de Jesucristo.

La libertad social o política brinda libertades externas, pero nunca nos puede liberar del pecado a nivel interno. El apóstol Pablo escribió a la iglesia primitiva: “sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia” (Ro 6.16). La pregunta es entonces: ¿A qué señor obedece usted?

Todos nacemos en el mundo siendo esclavos del pecado, y no hay nada que podamos hacer para cambiarlo. Pero Jesucristo sí puede. Una vez que confiamos en Él como Salvador, Él se convierte en nuestro nuevo Señor y Maestro. Y no hay mejor maestro que el que nos amó lo suficiente como para morir por nosotros. En Gálatas 5.1 se nos dice: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres”. Entonces, ¿cómo es la libertad en Cristo?

En primer lugar, la libertad en Cristo es un regalo de la gracia. La mayoría de nosotros sabemos que no podemos ganar la salvación con buenas obras. Solo la recibimos como un regalo de la gracia de Dios a través de la fe en su Hijo. Sin embargo, a veces pensamos que mantendremos nuestra salvación si seguimos normas.

Esto era justo lo que yo pensaba después de ser salvo a la edad de 12 años. Iba a una iglesia que tenía todo tipo de reglas legalistas que seguir. Una de ellas era que no podía leer las historietas del domingo. Esto era un verdadero problema para mí porque repartía periódicos, y la tentación de sacar las historietas y leer el último episodio de Dick Tracy resultó ser demasiado fuerte para resistirme. Así que cada domingo, tenía que confesar mi pecado y rogar a Dios que me perdonara. Me preocupaba constantemente que no me salvara porque no podía cumplir todas las reglas.

Pablo escribió a los gálatas porque se estaban convirtiendo en esclavos del legalismo como yo lo había sido. Les dijo: “Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Ga 3.3). Les advirtió que se mantuvieran firmes en su libertad y que no estuvieran “otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Ga 5.1). Cumplir reglas ni nos salvará ni nos mantendrá salvos. Solo Dios salva, y nada puede separarnos de su amor en Cristo Jesús (Ro 8.38, 39).

En segundo lugar, la libertad en Cristo nos permite vivir en justicia. Uno de los puntos de vista erróneos de la libertad cristiana es que una vez que somos salvos, podemos hacer lo que queramos. No importa si pecamos, porque estamos perdonados. Pablo también trató este tema en la iglesia de Galacia, diciendo: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne” (Ga 5.13).

La libertad cristiana no es una licencia para pecar. El Señor Jesús nos liberó de la dominación del pecado para que pudiéramos llevar vidas victoriosas y justas. Nos dio el Espíritu Santo, que nos da poder para resistir los pecados que amenazan con devolvernos a la esclavitud. Cuando le obedecemos y dependemos de Él, no caemos en los deseos, actitudes y hábitos pecaminosos (Ga 5.16, 17). Aunque a veces tropecemos, nuestro progreso será hacia la rectitud, ¿no es esto una buena noticia?

Caminar en el Espíritu significa que buscamos complacer a Dios en lugar de aferrarnos a los pecados, que es todo lo opuesto a lo que Él desea para nosotros. Pero a veces, algunos cristianos se encuentran aferrados a la amargura, a la ira o al resentimiento. Se sienten cómodos con ciertas áreas de esclavitud y pueden sentir que es su derecho mantener vivas estas actitudes pecaminosas. Pero solo se están lastimando a sí mismos y afligiendo a Dios. La libertad podría ser de ellos si se rindieran a Dios y caminaran en el Espíritu.

Tercero, la libertad en Cristo produce su carácter dentro de nosotros. Una de las formas más fáciles de evaluar cuán libre es una persona en Cristo es preguntándose si el fruto del Espíritu es evidente por medio de ella. ¿Nuestra vida se caracteriza por tener amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y autocontrol? (Ga 5.22-24) ¿O las obras de la carne nos describen con mayor precisión? (Ga 5.19-21)

Ahora volvamos a mi pregunta inicial: ¿Es usted una persona libre? ¿Hay evidencia en su vida de que Cristo lo está liberando del legalismo y de la dominación del pecado y que está produciendo su justicia en usted?

Ningún cristiano debería estar esclavizado a actitudes, emociones o hábitos pecaminosos, porque el Señor Jesús nos ha liberado de la influencia del pecado. En Él, usted puede comenzar un nuevo año escogiendo la santidad. No está bajo el severo capataz del pecado o de la Ley. Porque “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn 8.36).

Con amor fraternal,

Charles F. Stanley

P.D. Ruego que nuestro ministerio sea una fuente de esperanza y aliento para usted. En el 2021, pídale al Señor que le indique cualquier área de esclavitud en su vida y le haga ayude avanzar más en libertad. Se sorprenderá del gozo, la paz y la seguridad que le esperan.