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Del corazón del pastor

“¿Quién es Jesucristo?” es la pregunta más importante que toda persona debe responder.

¡Qué época tan maravillosa! Para aquellos de nosotros que estamos vivos en Cristo, el aire rebosa de emoción mientras esperamos celebrar el nacimiento de nuestro Salvador y Rey. Esperamos que disfrute leyendo estas palabras del Dr. Stanley. 

Reflexionemos con él en cuanto a la verdadera identidad de nuestro maravilloso Señor.


“¿Quién es Jesucristo?” es la pregunta más importante que toda persona debe responder.

Cuando estaba con sus discípulos, hizo esta misma pregunta: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? (Mt 16.13). Ellos le dieron varias opiniones que habían oído, todas ellas erróneas. Entonces les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (vv. 15-17). El Señor Jesús dijo que el futuro apóstol era dichoso porque solo Dios, y no el razonamiento humano, le había revelado la respuesta correcta.

Quiero darle una visión del verdadero Jesucristo, no basada en las opiniones de los hombres, sino en la Palabra de Dios. 

Así que comencemos con su nacimiento. Una vez pasé por una iglesia en Navidad y vi un letrero al frente que decía: “Un bebé más”. Déjenme decirles que el Señor fue todo menos un bebé común y corriente. Fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de una virgen: el Hijo de Dios hecho hombre (Lc 1.26-35).

Su nacimiento fue profetizado 700 años antes. Incluso se predijo el lugar: “Pero tú, Belén

Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miq 5.2). Piense en esto: el Hijo de Dios existía eternamente y fue el Creador de todas las cosas, pero entró en su propio mundo creado como un bebé indefenso.

En segundo lugar, consideremos los nombres que se le dieron y lo que dicen de Él. 

Un ángel le dijo a José que le pusiera por nombre “JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1.21). Los profetas dijeron que se llamaría Emanuel, que significa “Dios con nosotros” (Mt 1.23). Jesús es el Dios-hombre que vino a caminar entre nosotros y a ser nuestro Salvador.

¿No son asombrosas las emociones que el nombre Jesucristo despierta en los corazones humanos? Para los creyentes es el nombre más dulce que ha existido, pero para otros es ofensivo. Algunos creen y reciben al Salvador, mientras que otros lo vilipendian y lo odian. 

Pero debido a su perfecta obediencia, amor y sacrificio, “Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Fil 2.9). Un día, toda rodilla se doblará ante el nombre de Jesús en amorosa sumisión o con temor (vv. 9-11). Todo depende de cómo respondamos al Señor Jesús en esta vida.

En tercer lugar, examinemos las afirmaciones de Cristo. 

El Señor Jesús causó mucha consternación entre los líderes religiosos porque se declaró igual a Dios, diciendo: “Yo y el Padre uno somos” (Jn 10.30). Es imposible pensar que el Señor Jesús era un mero profeta o a un sabio maestro. Basándonos en sus propias palabras, o bien tenía que ser el Hijo de Dios, o bien un mentiroso.

La identidad divina de Cristo fue autentificada tanto por el ángel Gabriel como por el Padre celestial (Lc 1.35; Mt 3.17). Además, Cristo lo demostró haciendo cosas que solo Dios podía hacer: calmar el mar, multiplicar los alimentos para alimentar a una enorme multitud, sanar a los enfermos y resucitar a los muertos.

Por último, consideremos el ministerio y el propósito del Señor Jesús.

¿Por qué el Padre envió a su Hijo al mundo? No fue solo para enseñar y sanar a las personas, ni siquiera para revelar quién es Dios de una manera más comprensible. Su propósito principal era salvar a su pueblo de sus pecados al morir en la cruz y sufrir el castigo que ellos merecían para que pudieran ser perdonados y declarados justos (Mt 20.28).

¿Es este el Señor que conoce usted? ¿O necesita encontrarse con Él de una manera más profunda y plena, en oración y participando en su Cuerpo, la Iglesia? 

Lo que usted cree acerca del Hombre más extraordinario que ha pisado la Tierra determina su destino eterno. 

Si conoce a Cristo como su Señor y Salvador, su corazón se regocijará cada vez que escuche su nombre.Pero si no es así, acuda a Él ahora con fe y reciba su regalo. Reciba la vida eterna.


¿Las palabras del Dr. Stanley le han llenado de reflexión acerca de Cristo Jesús? Esperamos que su corazón se anime a regocijarse este mes. Nos sentimos bendecidos por su compañía en el camino de la fe, y le deseamos una Navidad verdaderamente maravillosa. Que esta Navidad esté llena de alegría reverente y paz profunda. Hasta la próxima, que Dios le bendiga.

Que a Dios sea la gloria, 

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