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Del corazón del pastor

La resurrección cambia no solo nuestra eternidad, sino también nuestra vida cotidiana.

Charles F. Stanley

He sido bendecido al ver la intervención milagrosa de Dios en muchas situaciones diferentes en mi vida, como la vez que respondió a una suíplica miía con un par de estrellas fugaces, o cuando proveyó el edificio correcto para nuestro ministerio en el momento que lo necesitábamos. Estoy seguro de que usted tambieín ha experimentado las sorpresas de su Padre celestial. Nunca sabemos lo que nos espera, pero eso forma parte del placer de pertenecer a un Dios asombroso y amoroso.

Aunque a veces nos sorprenden sus obras, nada pudo ser más sorprendente que cuando resucitó a su Hijo de entre los muertos. Imagiínese lo que fue para la gente que viviía en esa eípoca. Habiían visto morir a hombres en cruces antes, y ninguno habiía vuelto a la vida. Asií que es comprensible que nadie esperara que el Señor Jesuís se levantara de la tumba. Incluso sus disciípulos pensaron que su muerte era definitiva, aunque varias veces les habiía dicho que resucitariía (Mt 20.19).

Ninguno de los seguidores del Señor Jesuís estaba sentado en la tumba esperando su resurrección. Las mujeres que llegaron esperaban encontrar su cuerpo muerto. Cuando las mujeres les contaron a los disciípulos la buena noticia, ellos pensaron que era una locura (Lc 24.11). Solo despueís de que Pedro y Juan corrieran al sepulcro y vieran las envolturas de lino sin cuerpo, creeriían (v. 12).

Incluso hoy en diía mucha gente no cree que Jesucristo resucitó de entre los muertos. Pero la resurrección es un fundamento del cristianismo, y creerla es crucial para la salvación (Ro 10.9). Resucitar de la tumba despueís de cargar con nuestros pecados demuestra que el Señor Jesuís no pudo ser destruido por esos pecados. Eíl pagó la deuda por completo, y regresó vivo. Si todaviía estuviera en la tumba, bajo el peso de nuestros pecados, ¿cómo podriía ser nuestro Salvador? Creemos en la resurrección porque la Palabra de Dios la describe, porque Dios nos revela la verdad y porque podemos sentir a Cristo viviendo en nuestros corazones. Para nosotros, su resurrección puede ser conocida de manera personal. Y cambia no solo nuestra eternidad, sino tambieín nuestra vida cotidiana. ¿Queí significa esto?

Porque Cristo vive, nunca estamos solos. El Señor Jesuís les dijo a sus disciípulos que no los dejariía hueírfanos, sino que enviariía al Espiíritu Santo a vivir en ellos para siempre (Jn 14.16-18). Tambieín dijo, justo antes de ascender al cielo: “yo estoy con vosotros todos los diías, hasta el fin del mundo” (Mt 28.20). Como Buen Pastor, el Señor Jesuís nunca abandona a sus ovejas (Jn 10.12-14).

¿Quieín más puede hacerle una promesa asií? Aunque las intenciones de los demás sean sinceras, muchos acontecimientos de la vida están fuera de su control. La gente se aleja, los seres queridos mueren y los amigos pueden volverse indiferentes o incluso hostiles, pero su Señor resucitado siempre estará con usted.

En segundo lugar, como Jesucristo está vivo, no tenemos que preocuparnos por si Dios nos sustentará. El Señor Jesuís dijo a sus seguidores que el Padre, que cuida de los pájaros y de las flores, tambieín los sustentariía a ellos (Mt 6.25-34). Esta promesa no habriía significado nada si el Señor Jesuís hubiera sido solo un hombre que murió y permaneció en la tumba. Pero Eíl venció a la muerte porque es el Hijo de Dios. Esto significa que tiene el poder de cumplir cada promesa que hace.

¿Con queí frecuencia se preocupa de que sus necesidades no sean satisfechas? ¿Se apresura a hablar con otros sobre ellas en lugar de acudir de inmediato al Cristo resucitado en busca de ayuda? Eíl nunca dejará de cumplir esta promesa, aunque no sea de la manera o en el momento que usted espera. Pero sepa esto: Nada es demasiado grande para que las manos de Dios.

En tercer lugar, como el Señor Jesuís resucitó, podemos tener paz en los momentos más difiíciles. Antes de su crucifixión, Cristo dijo a sus disciípulos: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn 14.27). La paz del mundo depende de las buenas circunstancias, pero la paz de Cristo nos sostiene mientras atravesamos las tormentas de la vida.

Cuando los problemas le abrumen, recuerde que tiene un Salvador resucitado que está sentado a la derecha del Padre e intercede por usted (He 7.25). Le invita a acercarse con confianza en la oración para recibir misericordia y gracia que le ayuden en su momento de necesidad (He 4.16). Eíl comprende sus debilidades, y utilizará con amor las dificultades para fortalecerle y ayudarle a crecer.

Por uíltimo, como Cristo venció a la muerte, nosotros tambieín lo haremos. Cuando Eíl regrese, los cuerpos de los que hayamos muerto serán resucitados como lo fue el suyo (Fil 3.20, 21). Es más, si terminamos nuestra carrera antes de que Eíl vuelva, nos ha asegurado que entraremos de inmediato en su presencia (2 Co 5.8).

La esperanza de la que usted dispone por la resurrección de Cristo puede resumirse en las palabras de un antiguo himno que dice: “Porque Eíl vive, triunfareí mañana. Porque Eíl vive, ya no hay temor”. Nunca piense que el Cristo resucitado está sentado en el cielo sin hacer nada, despreocupado por la vida de sus hijos. No, el Señor Jesuís está intercediendo activamente por usted y cumpliendo todas las promesas que le hizo, a veces de forma totalmente inesperada. Miírelo a Eíl. Gócese en Eíl. Deje que le sorprenda con su gloria, su poder y su amor fiel.

Con amor fraternal,

Charles F. Stanley

P.D. Todos los que formamos parte de Ministerios En Contacto queremos desearle una celebración gozosa de la resurrección de nuestro Señor. Ruego que esta temporada le llene de esperanza y confianza para el futuro. No importa queí situaciones esteí enfrentando, puede confiar en que su vida está segura en las manos amorosas del Salvador.