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Para entrar a la plenitud de Dios

¿Qué le impide experimentar una vida abundante en Cristo?

Jamie A. Hughes 13 de mayo de 2022

En el sermón “La oración que mueve a Dios”, el Dr. Stanley enfatiza la necesidad de orar “con fervor”, pero ¿qué significa eso en realidad?

Ilustración por Adam Cruft

En Hechos 12.5, Lucas utiliza la palabra ektenós, un término griego que significa “intencionalmente estirado”, “extendido hasta su máximo potencial necesario”, o “completamente tenso”. Solo se utiliza en otro lugar de la Sagrada Escritura, en 1 Pedro 1.22, y resulta curioso que ektenés —la forma adjetiva (utilizada solo en 1 Pedro 4.8)— es la palabra raíz de términos como “tensión” y “tenso”. Piense en la fracción de segundos antes de que un globo de agua se rompa. Ese es el tipo de tensión que implican estos términos griegos. Sea cual sea su forma gramatical o su propósito, ambos apuntan a un concepto similar: la idea de plenitud.
La idea de llenarnos tiene sentido, tomando en cuenta que en las Sagradas Escrituras se nos describe como “vasos de barro” (2 Corintios 4.7; Jeremías 18.1-6) y “templo[s] del Espíritu Santo” (1 Corintios 6.19). Después de todo, ¡ambas cosas están destinadas a ser ocupadas por algo más! Además, en muchos lugares del Nuevo Testamento se describe a los creyentes como “llenos del Espíritu Santo” (Lucas 1.67; Hechos 2.4; Hechos 4.8, Hechos 4.31; Hechos 13.9). Al igual que ese vaso de barro o espacio sagrado, esperamos algo más, el fervor inconfundible que solo el Espíritu de Dios puede proporcionar. Pero no está reservado solo para la oración.

La abundancia inagotable de Dios es nuestra para disfrutarla en todo momento, dada de forma gratuita y sin limitaciones!

Romanos 15.13-15 menciona la plenitud en varios lugares: Dios “os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de todo conocimiento. Pablo continúa diciendo que los creyentes están “llenos de bondad” y “llenos de todo conocimiento”. ¡Y pensar que esa abundancia inagotable es nuestra para disfrutarla en todo momento, dada de forma gratuita y sin limitaciones!
En “Los hombres huecos”, el poeta T. S. Eliot describe un mundo desolado y desesperado que se tambalea tras la Primera Guerra Mundial. Comienza con los versos “Somos los hombres huecos / Somos los hombres rellenos / Apoyados uno en otro / La mollera llena de paja. Ay!”. En este mundo, plagado de tristezas y pérdidas, es fácil sentirse desesperado y vacío por completo. Sin embargo, quienes conocemos a Cristo y somos conocidos por Él experimentamos lo contrario. Porque cuando estamos en Él, experimentamos la verdadera plenitud y comenzamos a comprender lo que es posible en el poder del Espíritu Santo. 

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