Moisés pudo haber parecido una elección inconcebible, pero Dios sabía cómo convertirlo en líder.
Cindy Parker considera un milagro el que haya sobrevivido su infancia. Vivía con miedo constante a un padre abusivo. En su adolescencia, Parker había sufrido múltiples fracturas de huesos y otras lesiones causadas por la crueldad de su padre. El quebrantamiento físico condujo al quebrantamiento emocional y espiritual, que llegó a la edad adulta.
Décadas más tarde, mientras criaba a su hijo, Parker enmascaraba las heridas de su pasado con su profesión. Disfrutaba el proveer para su familia. Pero el trabajo consumía todo su tiempo, lo que significaba que su hijo a menudo se quedaba sin supervisión. A finales de su adolescencia, la adicción a las drogas lo había dejado tan dependiente que al final vació los ahorros de Parker para mantener su hábito. Sin forma de pagar su hipoteca o incluso facturas menores, perdió casi todo lo que poseía.
Durante cinco años no tuvieron vivienda y vivían en su automóvil. Mientras ella pasaba sus días buscando una manera de que pudieran recuperarse, su hijo continuó siendo controlado por su adicción.
En una sofocante noche de verano, mientras acomodaba los asientos de su auto para convertirlo en camas, su hijo confesó que ya no podía seguir con su adicción, el robo y la mentira. Cuando llevaba unos días en este último intento, Parker notó el poder insoportable de sus abstinencias. Durante las noches, mientras su cuerpo se convulsionaba por el dolor, la intensidad de su adicción se hizo evidente. Parker lo envolvía con sus brazos, sujetándolo con fuerza hasta que sentía alivio. Mientras descansaba en sus brazos, ella se preocupaba por las dificultades que se avecinaban. ¿Cómo podía darle la atención adecuada que él necesitaba?
Una tarde, mientras buscaba estaciones en la radio de su automóvil, sintonizó la voz del Dr. Stanley. “Este hombre estaba hablando la Palabra de Dios”, dijo Parker. “Habló de todo lo que yo estaba pensando”. Se dio cuenta de que, si bien había estado tratando de poner a su hijo en primer lugar y proporcionar una vida próspera y exitosa para ellos, lo había estado haciendo de una manera equivocada, sin el cimiento y la dirección de Cristo. “Sé que era Dios hablando a través del Dr. Stanley para que me diera cuenta”, dice Parker.
Hoy Parker está empleada y ya tiene una vivienda. Comparte un apartamento con su hijo, y es su cuidadora primaria, asegurándose de que reciba rehabilitación y tratamiento médico. Su esperanza es que dicho plan restaure lo que su adicción devastó.
Después de perderlo todo, Parker confía en Cristo para reconstruir sus vidas. Pero incluso sin todas las cosas que una vez tuvo, sus días son ahora más ricos y más gratificantes. “Siempre me encantaron las parábolas de Cristo”, dice. “El hijo pródigo es mi hijo. Se llevó todo lo que tenía y lo perdió. Pero cuando regresó, todo eso fue olvidado y perdonado”. Parker reconoce que los obstáculos han sido significativos, pero cada día Dios le da las fuerzas para seguir adelante.