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La voluntad de Dios está más allá de lo que pensamos

Es hora de dejar de poner límites a lo que el Señor puede hacer en nuestra vida.

Kayla Yiu 21 de mayo de 2023

Los cristianos hablamos a menudo de “seguir” la voluntad de Dios, pero ¿qué pasaría si su voluntad en realidad nos siguiera a nosotros? Hasta que llegué a la edad adulta, yo había entendido que los planes de Dios para mí eran específicos y exactos. Pero cuatro años en la universidad me hicieron cuestionar esa perspectiva.

Ilustración por Adam Cruft

El verano antes del primer año, llené un cuestionario en un foro en línea para estudiantes nuevo ingreso. En él se hacía un inventario de mi personalidad y mis manías, mis inclinaciones por la limpieza, las fiestas, levantarme temprano y otras cosas más. Todos estábamos desesperados por conseguir un compañero de cuarto en vez de arriesgarnos a la lotería aleatoria.

Cuando no estaba trabajando en la heladería y tratando de ahorrar para la matrícula, estudiaba los cuestionarios de mis compañeras de primer año: ¿Hay alguna estudiante nuevo ingreso? ¿Algunas parecen ir a la iglesia? ¿Esta respuesta es rara o graciosa? Después de analizar todo con demasía, envié mensajes a tres mujeres y acepté vivir con una de ellas. Un mes antes de que empezaran las clases, ella y yo nos vimos por primera vez en IKEA y compramos lo necesario para el dormitorio. Y luego nos fuimos el día de la mudanza, con un horario lleno de clases, nuevos clubes y nuevos amigos. Las otras mujeres tan solo desaparecieron de mi radar.

Cuatro años más tarde, me encontraba sentada en el césped del campus, donde se tendría la graduación dentro de algunas semanas. Acurrucadas en una manta, mi pequeño grupo y yo estábamos reflexionando sobre lo que habíamos aprendido, cómo habíamos cambiado y qué vendría después de la graduación. Fue entonces cuando recordé los cuestionarios de hace tantos años y me di cuenta: Las tres mujeres a las que había enviado mensajes estaban sentadas frente a mí. Las cuatro aterrizamos de forma independiente en caminos circundantes y hacia el Señor Jesús.

Era evidente que el Señor tenía planes para que yo viviera con una amiga que apoyara y alentara mi bienestar espiritual, pero no había solo una persona adecuada. Había varias, y Él me dejó la elección a mí. Ese momento en el césped se me ha quedado grabado, porque es una bella imagen de la amplitud de la voluntad y la protección de Dios.

Los cristianos hablamos a menudo de “seguir” la voluntad de Dios, pero ¿qué pasaría si su voluntad en realidad nos siguiera a nosotros

Proverbios 19.21 (NVI) dice: “El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor”. Siempre pensé que el versículo significaba que Dios era tan poderoso y soberano que los planes de nadie podían competir con los suyos. Pero al mirar a los ojos de mis amigas, supe que el propósito del Señor prevalece porque Él es generoso, y nos da muchas maneras de permanecer en Él. Había estado imaginando que mi vida con el Señor Jesús era un laberinto, cuando en realidad es un campo de flores silvestres, sin un camino en absoluto sino con belleza a cada paso del mismo. 

Esto lo comprobamos cuando tomamos decisiones comunes y corrientes, como los planes y preparativos para nuestra vida, e incluso cuando nos alejamos de Dios. Pensemos en Pedro después de que el Señor Jesús fue arrestado. Ante el peligro y el conflicto, Pedro y los otros discípulos se dispersaron, abandonando a su Maestro. Luego, cuando otros cuestionaron su asociación con el Señor, Pedro dijo, tres veces diferentes, que no conocía al hombre. Sin embargo, Dios estableció la Iglesia a través de Pedro, tal como el Señor lo había prometido: “Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca [tu declaración de que yo soy el Cristo, el Hijo del Dios viviente] edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16.18). De hecho, el mal no pudo vencer los planes del Señor para la iglesia ni para Pedro.

Pedro se convirtió en el líder de facto de los apóstoles, insinuando escoger un sustituto para Judas como su primera orden del día. Habló en Pentecostés y ante todo inició la misión de la Iglesia de hablar a la gente acerca del Señor Jesús. Pedro terminó haciendo ni más ni menos eso, viajando durante más de una década, y trabajó para hacer de la Iglesia un lugar inclusivo, llegando tanto a los samaritanos como a los gentiles. Incluso influyó en el apóstol Pablo. Sí, los planes de Dios para Pedro prevalecieron porque Dios es soberano, pero también porque Dios caminó con Pedro y proveyó oportunidades para honrarlo.

El propósito del Señor prevalece porque Él es generoso, y nos da muchas maneras de permanecer en Él. 

En última instancia, tiene sentido que el alcance de la voluntad y la protección de Dios sea amplio. Después de todo, Él tiene recursos, energía y compasión infinitos. Podemos pensar en su plan no como en un enigma difícil de resolver, sino como en un viaje inexplorado con un amigo. El rey David, cuyos errores fueron públicos y bien registrados, experimentó de forma directa esta generosidad del Padre celestial:

“¿A dónde me iré de tu Espíritu?

¿Y a dónde huiré de tu presencia?

Si subiere a los cielos, allí estás tú;

Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.

Si tomare las alas del alba

Y habitare en el extremo del mar,

Aun allí me guiará tu mano,

Y me asirá tu diestra”.

-Salmo 139.7-10

 

Ese día en el campus, bajo la sombra de unos enormes robles, me sentí mimada. Que el Padre celestial me diera tantas buenas opciones, tantas maneras de prosperar, me parecía espléndido. No es así como suelo imaginármelo a Él, pero es como quiero hacerlo. A menudo evoco este recuerdo y me sumerjo en él cada vez que dudo de la vida abundante que Dios nos ha prometido: el campo amplio, agigantado y floreciente de su voluntad, con el Señor Jesús a mi lado.

La universidad se siente que fue hace toda una vida, pero ahora que me acerco a cumplir un año de ser madre, todavía me encuentro evaluando cómo “debería” organizar mi vida. ¿Es la voluntad de Dios que elija pasar tiempo de calidad con mi hija en lugar de una tarde con una amiga que está pasando por un momento difícil? ¿Debo hacer uso de media hora libre para hacer ejercicio o hacer algo para mi esposo? Tengo que recordarme que todas estas decisiones son buenas y glorifican a Dios. Hay muchas maneras de seguirle y honrarle, y que “no es posible frustrar ninguno de sus planes” (Job 42.2 NVI).

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