El trabajo estaba hecho. Michael Dawson había llevado el evangelio a todas las aldeas yanomamis en la selva amazónica. O eso pensaba él.
Los padres misioneros de Dawson habían trabajado con este grupo indígena. Pero acceder a ellos era un desafío, ya que sus aldeas están dispersas a lo largo de los ríos de la densa jungla en la frontera entre Brasil y Venezuela.
Fotografía Por Audra Melton
Al continuar con el ministerio de sus padres, Dawson y su esposa Keila dedicaron su vida a cartografiar y llegar a cada asentamiento. En el 2023 visitó la última aldea, regocijado ya que después de más de 50 años desde que su familia comenzara el trabajo, pudo verlo terminado.
Sin embargo, semanas después, Dawson escuchó rumores de otra aldea. No tenía sentido, en especial después de todo el riguroso trabajo de cartografiar la jungla que había hecho a pie, en bote e incluso en avión. Entonces se embarcó en un viaje para verlo por sí mismo y después de dos días encontró otra aldea.
Si esta había escapado de su atención, ¿cuántas más habría pasado por alto? Usando mapas satelitales, estudió imágenes del paisaje verde y finalmente vio un pequeño círculo marrón: ¡una aldea! Luego otra y otra. Dawson identificó más de 100 aldeas.
Aunque abrumado, Dawson y su equipo están motivados para forjar nuevas conexiones y fortalecer las relaciones. La meta es más grande de lo que pensó, pero su misión sigue siendo la misma: seguir las instrucciones de Cristo en Hechos 1.8 de llevar el mensaje del evangelio “hasta lo último de la tierra”.