Las palabras pueden parecer insignificantes. Pero la carta de Santiago no se anda con rodeos en este tema en su epístola: las palabras son poderosas y dirigen nuestras vidas. Eso es tanto bueno como malo. De manera que, cuando nuestras palabras son guiadas por el Espíritu Santo, nos dirigirán a una mayor intimidad con Dios, a una comunión amorosa con su pueblo y a la sabiduría para ayudar al mundo.
Ilustración por Joao Fazenda
Contexto
Santiago, el hermano del Señor Jesús, escribe a los cristianos judíos en los primeros años de la iglesia. Su carta contiene sabiduría sobre temas que aún hoy enfrentan los creyentes.
Lea
Reflexione
¿Espera usted hablar sin cometer faltas o considera que eso es imposible?
La enseñanza en la iglesia es un rol designado por Dios (1 Co 12.28). ¿Por qué podría ella implicar ser “juzgados con más severidad” (Stg 3.1 NVI)? Al responder, tenga en cuenta el vínculo entre responsabilidad y rendición de cuentas. También considere el hecho de que Santiago sigue esta advertencia con otra sobre el poder de la lengua.
Santiago reconoce que todos los creyentes tropiezan (Stg 3.2). La palabra griega aquí significa “pecar, errar o transgredir”. ¿Qué dice el versículo que es la diferencia entre pecar “en lo que [decimos]” y tropezar de otras maneras?
La palabra perfecto (Stg 3.2) a menudo evoca imposibilidad. Pero el Señor Jesús nos instruyó a “ser perfectos” (Mt 5.48), por lo que Él hará que eso sea posible. Necesitamos entender que la perfección es un proceso que se desarrolla a lo largo de la vida y bajo la dirección del Señor. (Vea 1 P 5.10). ¿Qué le dice esto sobre la posibilidad de la pureza en el lenguaje?
Las comparaciones con el freno en la boca de los caballos y con el timón del barco indican que utilizar palabras más sabias nos llevará a un mejor resultado (Stg 3.3, 4). Ambas comparaciones usan el verbo metagó, que significa “volverse, dirigir o traer de vuelta”. ¿Cómo insinúa esto los roles del perdón y la santificación?
Continuación del estudio
Las palabras impropias pueden tener graves consecuencias.
Nuestro vocabulario natural se asemeja a un fuego destructivo (Stg 3.5, 6). ¿Qué “bosque” podrían incendiar las palabras mal escogidas? Enumere algunos ejemplos de un lenguaje guiado por el Espíritu que estaría más en consonancia con una vida cristiana. Para inspiración, lea Efesios 4.29 o Gálatas 5.22, 23.
Anteriormente, Santiago escribió: “Si alguno se cree religioso entre vosotros y no refrena su lengua... la religión del tal es vana” (Stg 1.26). Sin embargo, el versículo 3.8 dice “ningún hombre puede domar la lengua”. ¿Puede usted explicar ahora el equilibrio entre la disciplina y la dependencia de Dios en esta aparente contradicción?
¿Le sorprende la palabra maldecimos en el versículo 9? Pida al Espíritu Santo que le haga saber cuándo sus palabras caen en esta categoría inapropiada.
Los versículos 11 y 12 sugieren que cuando nuestro vocabulario no es compatible con el Espíritu que habita en nosotros, estamos andando según la carne. Si ese es su caso, considere cómo la oración o el gozo en el Señor podrían ayudarle.
Reflexione
La lengua tiene un poder inmenso para bien o para mal, según cómo la usemos.
Imagínese la diferencia que puede tener en la vida de los demás y en la nuestra una “palabra dicha como conviene” (Pr 25.11).