Jesucristo hablaba a menudo de su reino, un reino divino donde reinan su paz, gozo y amor. No es un lugar que podamos ver con nuestros ojos, al menos no todavía. Pero tampoco tenemos que dejar de estar en este mundo para experimentarlo. No es de extrañar que a los creyentes nos resulte difícil hacernos una idea de esta realidad espiritual y física a la vez. Si incluso el Señor Jesús se preguntó cómo explicarlo (Mr 4.30), ¿qué podemos nosotros saber con certeza acerca de este reino?
Ilustración por Adam Cruft
Contexto Jesucristo ha estado viajando por el interior de Judea con sus discípulos, alojándose en casas y predicando a grandes multitudes que se sienten tanto atraídas como desconcertadas por sus enseñanzas.
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Reflexione
Algunos maestros se refieren al “ya” y al “todavía no” del reino.
Cristo dijo: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn 3.3), lo que implica que los fieles pueden verlo. Pablo escribió que el Padre celestial “nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Col 1.13). Su uso del tiempo pasado indica que los creyentes ya hemos sido colocados en el reino de la luz. Sin embargo, el Señor dijo que siguiéramos orando por la venida del reino de Dios (Mt 6.10).
En el Evangelio de Lucas, Cristo dijo: “El reino de Dios está entre vosotros” (Lc 17.21). Pero no está claro si sus palabras significaban “dentro de vosotros” o “entre vosotros”. ¿Cómo cree usted que ambas cosas pueden ser ciertas?
Podríamos pensar que cuando Dios hace crecer algo, esto crecerá de manera perfecta. Pero el relato de Cristo sobre el campo de trigo (Mt 13.37-43) ajusta nuestras expectativas del mundo y nos ayuda a descansar en Él. ¿Cambia la parábola cómo se siente usted acerca de la soberanía de Dios? Haga una pausa para reflexionar sobre el versículo 43. Saboree su mensaje por un minuto o dos antes de continuar.
Continuación del estudio
Cristo ha estado compartiendo parábolas con una multitud. Pero algunas las contó solo a sus seguidores más cercanos (Mt 13.36).
¿Por qué cree que el Señor pudo haber guardado las parábolas de los tesoros escondidos (Mt 13.44-46) para sus discípulos? Considere cómo las palabras tesoro, oculto, gozo y vende (Mt 13.44) se relacionan con su propia experiencia de fe en Cristo. ¿Qué estuvo usted dispuesto a “vender” (dejar ir) para obtener el tesoro?
La parábola de la perla, en Mateo 13.45, 46, continúa enfatizando el profundo valor y la belleza luminosa del reino. También reitera el papel del tiempo y del compromiso. ¿Por qué es significativo que el mercader no obtuviera la perla de inmediato?
Cristo dijo que los discípulos, tanto de la ley como del reino, tendrían un tesoro inmenso (Mt 13.52). Si nos fijamos en la gramática del griego original, el texto implica que otras personas son necesarias para nuestro crecimiento, y que nosotros somos necesarios para el de ellas. ¿Qué puede usted ofrecerles a sus hermanos en la fe?
Reflexione
Ahora mismo, el reino de los cielos es un lugar espiritual en constante crecimiento.
Es donde alabamos y servimos a Dios con otros creyentes mientras permanecemos en la unidad de Cristo. También es donde disfrutamos en privado de su presencia en lo más profundo de nuestro corazón.
Profundice
Considere cómo se aplica este estudio a su vida.
La perla es el símbolo del Señor para referirse al reino de los cielos. Apocalipsis 21.2 nos dice que el reino de Dios incluirá una hermosa ciudad llamada la nueva Jerusalén. Será construida con piedras preciosas de muchos colores, pero sus 12 puertas estarán hechas de perlas (Ap 21.21).
Hoy en día, las perlas se pueden cultivar, pero en el tiempo de Cristo, eran escasas y muy costosas. Los cazadores soportaban los peligros y los rigores del buceo y podían abrir miles de ostras antes de encontrar una que contuviera el codiciado tesoro. La palabra griega para “discípulo” —mathētēs— indica que el seguidor de Cristo es un aprendiz que, con la ayuda del Señor, dedica “el esfuerzo mental necesario para estudiar algo con detenimiento”.
A diferencia de otras piedras preciosas, las perlas son creadas por moluscos para tratar una irritación profunda en su carne; podríamos decir que son una belleza que resulta del sufrimiento. ¿Cómo se asemeja esto a la obra de Dios en nosotros?
En Mateo 7, 6, el Señor Jesús nos exhorta a valorar los tesoros de nuestra fe y a compartirlos con sabiduría. ¿Cuáles son algunas maneras en que podemos evitar “echar perlas delante de los cerdos”?
Para conseguir una perla hay que abrir el molusco, lo que lo mata. ¿Cómo refleja esto el sacrificio de Cristo?
Tómese un momento para agradecerle a nuestro Salvador el que haya muerto por nosotros, por vivir y por el hecho de que lo veremos al final de los tiempos.