Saltar al contenido principal
Artículo Destacado

Estudio Bíblico: El camino de Emaús

Experimentar una pérdida no es fácil. No obstante, Dios camina con nosotros.

Personal de Ministerios En Contacto 1 de mayo de 2023

¿Cómo atiende Cristo nuestras aflicciones? Más hábilmente que el mejor cirujano del corazón. Con más cuidado que el maestro más sabio. Y con mayor previsión que cualquier otro líder. La tumba vacía debe haber causado a los discípulos confusión y dolor extremos. Es más, el Señor Jesús sabía que, aunque había regresado de la tumba, pronto partiría de nuevo, lo que les causaría más preocupación. Pero Él ya se había ocupado de esto, también.

Ilustración por Adam Cruft

Contexto 

Después de la crucifixión y la sepultura de Cristo, sus seguidores esperaron a que pasara el día de reposo. Después, unas mujeres volvieron para ungir el cuerpo y, al ver que había desaparecido, fueron a informar a los demás.

Lea

Lucas 24.13-35

REFLEXIONE 

Cuando pensamos que Dios nos ha fallado, es común sentirnos frustrados y confundidos, ya que no conocemos toda la historia.

  • Cleofas y su compañero se marcharon de Jerusalén, tal vez sintiendo que ya no había razón para quedarse (Lc 24.13, 18). ¿Qué indica esto sobre su estado de ánimo? 
  • La pareja estaba “hablando y discutiendo” acerca de los acontecimientos recientes (Lc 24.14, 15). Es reconfortante considerar con otros creyentes las cosas que nos preocupan. En ese sentido, la historia del camino de Emaús es una imagen tranquilizadora de la Iglesia donde las relaciones se centran en Cristo incluso antes de que se apareciera. ¿Qué causa esta dinámica especial entre los creyentes?
  • Cuando los dos hombres asociaron su tristeza con “las cosas que habían acontecido”, Cristo respondió: “¿Qué cosas?” (Lc 24.18, 19). Ayudar a los demás implica hacer preguntas para entender el dolor o las necesidades. Pero también es un don dejar que los demás hablen. Enumere algunas particularidades que percibe en la pregunta del Señor, como preocupación, ternura o ánimo.
  • La ceguera espiritual puede ser peligrosa, incluso mortal. Pero no estar seguro de lo que está sucediendo no siempre significa que estemos en problemas. Si estamos siguiendo diligentemente a Dios, Él utilizará los momentos de incertidumbre o de dolorosa decepción para probarnos, instruirnos y fortalecernos. ¿Cómo utilizó Cristo la ceguera de los discípulos para enseñarles algo fundamental (Lc 24.27)?

Continuación del estudio

Cristo y los hombres viajaron juntos hasta que llegaron al destino de los discípulos.

  • Ambos “insistieron” en que el Señor se quedara con ellos (Lc 24.29 NVI). El verbo griego “insistir” significa obligar, persuadir con fuerza o incluso forzar. El pasaje sugiere que el Señor se deja convencer algunas veces. La insistencia de los discípulos llevó a una experiencia extraordinaria con Cristo. 
  • Las palabras que ambos utilizaron para suplicar la compañía del Señor fueron: “Quédate con nosotros” (Lc 24.29). Haga de “Quédate conmigo, Señor” una oración sencilla y úsela de ahora en adelante. 
  • ¿De qué manera la pregunta de los hombres: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros?” (Lc 24.32) revela la profundidad de la comunión cristiana?

Reflexione 

¿Está usted en un “camino de Emaús” en este momento?        

  • Cuando sufrimos pérdidas, decepciones o confusión, el Cuerpo de Cristo es de gran consuelo. Y la presencia del Señor no solo nos da amor y fuerza, sino también —cuando Él lo considera oportuno— la información que necesitamos para seguir adelante con profunda tranquilidad.

Profundice 

Considere cómo se aplica este estudio a su vida. 

La experiencia del camino de Emaús fue seguida por la ascensión y Pentecostés, que muchas iglesias celebran este mes. Aunque Cristo ascendió al cielo, marcando el final de su presencia física en la Tierra, nos dio a Alguien para consolarnos, así como Él consoló a los discípulos en ese camino de Israel. Las últimas palabras del Señor recogidas por Lucas en su Evangelio fueron: “Yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” (Lc 24.49). Esta promesa es el Espíritu Santo, de quien había dicho: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador” (Jn 14.16). Esto es lo que dice nuestro Salvador acerca de este tercer miembro de la Trinidad, un regalo de consuelo, compañía y sabiduría para nosotros: El Espíritu Santo...

  • Está “con vosotros para siempre” (Jn 14.16). Haga una pausa para disfrutar de la presencia del Espíritu Santo. 
  • Es su “Consolador” o “Ayudador” (Jn 14.16), que está con usted para defenderle y aconsejarle. Búsquelo y preséntele sus preocupaciones.
  • Es el “Espíritu de verdad” (Jn 14.17). Pídale que aclare sus dudas.
  • Es su Maestro, que “os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo [el Señor Jesús] os he dicho” (Jn 14.26). Pídale al Maestro que le recuerde sus palabras.

Note cómo el Señor describió al Espíritu Santo en el versículo 17: En griego, la palabra “mora” es una forma del verbo que los seguidores de Cristo usaron cuando le rogaron que se quedara. Él sabe que necesitamos su Presencia permanente. 

Más Artículos